Hay 2 Bolivias? que le digo a mi Nieto?
Hace unos días, mi bisnieto Mario Andrés, que está por cumplir 18 años, me hizo una pregunta que no supe cómo responder. Al escuchar las noticias, me miró con incredulidad y me dijo:
—Bisabuelo, ¿cómo es posible que en Bolivia exista un lugar donde la policía no puede entrar, donde los jueces no notifican, y donde hasta los bancos cierran sus puertas porque no hay garantías?
Su duda se refería al Chapare, una región que todos conocemos por su importancia económica y política, pero que también se ha convertido en símbolo de algo que nos duele como nación: un territorio donde las autoridades del Estado parecen no tener presencia y donde la ley no llega. Allí, según los propios medios de comunicación, vive protegido un expresidente con orden de aprehensión; allí se organizan bloqueos que paralizan al país; allí se dictan órdenes que afectan a millones de bolivianos, mientras la justicia permanece ausente.
Frente a esa pregunta inocente pero sincera de mi bisnieto, sentí un nudo en la garganta. Porque la verdad es que pareciera que convivimos en dos países distintos dentro de un mismo territorio: uno donde, con todas sus falencias, todavía rige la ley, y otro donde manda la impunidad y la fuerza.
¿Qué decirle a Mario Andrés y a los miles de jóvenes que, como él, están por convertirse en ciudadanos plenos? ¿Cómo explicarles que, en pleno siglo XXI, un Estado puede estar fracturado de esa manera?
Y sin embargo, en medio de esta frustración, la historia nos regaló un hecho que puede leerse como un mensaje de esperanza. Me refiero a las elecciones presidenciales de agosto de 2025.
Contra todos los pronósticos, Rodrigo Paz Pereira, un candidato que hasta hace pocas semanas apenas aparecía en las encuestas, salió primero en la votación, superando a figuras tradicionales como Tuto Quiroga. Con alrededor del 32 % de los votos, dio la gran sorpresa de la jornada y rompió un escenario que parecía predecible.
El resultado fue todavía más impactante porque el partido que gobernó Bolivia durante casi dos décadas, el MAS, se desplomó a cifras mínimas, bordeando apenas el 3 % del voto nacional. Un partido que alguna vez parecía invencible quedó reducido a la irrelevancia política.
Por primera vez en muchos años, la hegemonía se rompió y el país entró en una nueva etapa: el balotaje de octubre, donde Paz Pereira y Quiroga se disputarán la presidencia.
¿Por qué es importante para ustedes, los jóvenes, conocer estos resultados? Porque nos demuestran que la historia no está cerrada, que siempre hay espacio para lo inesperado.
Pero quiero que miren lo que pasó en las urnas hace apenas unos días: lo que parecía imposible, sucedió. Un candidato inesperado superó a los favoritos y el mapa político cambió de golpe.
No acepten como normal la impunidad, la corrupción ni la violencia. No crean que nada se puede cambiar.
Mi generación ya ha vivido muchas decepciones, pero también algunos milagros políticos. Y hoy quiero decirles que confío en ustedes, en su energía y en su capacidad de soñar con un país distinto.
Un solo país, una sola ley Mario Andrés, y todos los jóvenes que hoy leen estas líneas: no se conformen con vivir en un país dividido, donde la ley aplica para unos y no para otros. Ustedes tienen la tarea de luchar por una Bolivia unida, donde la justicia sea para todos, sin privilegios ni intocables.
Las elecciones de agosto son una prueba de que el pueblo puede hacer temblar a los poderosos. Ahora el desafío es transformar esa chispa en una llama duradera, que ilumine el camino hacia una sola Bolivia, con igualdad, con justicia y con esperanza.El futuro está en sus manos. No lo olviden.
Columnas de Constantino Klaric