Fadrique Iglesias: “La Copa medio llena de Bolivia”
Fadrique Iglesias
Llegarán los Juegos Bolivarianos el 11 de noviembre próximo y, cuando observemos el medallero, identificaremos a nuestros referentes deportivos actuales y nos preguntaremos qué pasó con la cantidad de medallas, para bien o para mal.
Estos juegos, que llevan agrupando a los países andinos desde hace varias décadas (Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú, Panamá y Bolivia) con una adenda de países invitados, servirán de termómetro para predecir nuestro rendimiento de cara a los Juegos Deportivos Sudamericanos Cochabamba 2018, de mayo próximo, la cita deportiva más grande realizada en territorio boliviano.
Para entonces, habrán pasado nueve años de aquellos Bolivarianos de Sucre y un cuarto de siglo desde los celebrados en Cochabamba y Santa Cruz conjuntamente. En ese tiempo, el país ha cambiado de rostro. En 1993, nuestro PIB per cápita era de casi $us 800, mientras que el ecuatoriano, por poner el caso andino más cercano, era de 1.700, es decir un 113% más grande. En aquellos Bolivarianos, Bolivia sacó 12 medallas de oro, por las 22 de Ecuador, ganándonos los ecuatorianos por un 83%. Por su parte, en 2009, nuestro PIB per cápita era de más de 1.700, mientras que el de Ecuador de 4.200 (un 147% más grande); en aquella ocasión Ecuador sacó 44 medallas de oro y nosotros 20. Nuestros amigos del medio de la tierra nos ganaron en el medallero con un 120% más de doradas.
Eso era cuando jugábamos en casa. En la última cita, en 2013 en Trujillo, Perú, nos ganaron por un 843% (66 preseas doradas ellos por nuestras 7), mientras su PIB per cápita era “sólo” un 100% más grande. Actualmente, nuestro PIB per cápita pasa los $us 3.100, mientras que el ecuatoriano casi llega a los 6.000, un 93,5% más grande. Eso significa que en 1993 y 2009, compitiendo en nuestro territorio, éramos mucho más pobres en lo económico, pero en el deporte se notaba menos, mientras en la última cita, la de 2013, la diferencia fue abismal: ellos eran dos veces más ricos, pero ocho veces “mejores competidores deportivos”. Y si comparamos los últimos Juegos Sudamericanos de Santiago de Chile 2014, nos ganaron por 14 preseas de oro a cero.
Aunque el PIB no es un predictor perfecto de rendimiento deportivo, tiene alguna correlación, salvo los casos de las ex repúblicas soviéticas, países caribeños como Cuba, Jamaica y Trinidad & Tobago y países de la meseta africana, con amplia cultura deportiva. No obstante, nos da una idea de cuán eficientes son las naciones (sobre todo las más ricas) en cuanto deporte de alto rendimiento. Cabe destacar también que Bolivia nunca ha metido un atleta en el top 10 en una olimpiada, mientras que Ecuador tiene dos medallas olímpicas gracias al aporte del marchador cuencano Jefferson Pérez, retirado hace varios años. Él y otros varios deportistas que aportaron medallas internacionales a su país hoy disfrutan de una pensión vitalicia.
Quizás se puede comenzar por los incentivos.
No obstante, se puede mirar la copa medio vacía o media llena. Las medallas en citas deportivas internacionales, a mi modo de ver, no son los indicadores más relevantes, pues el bienestar de un país y su salud física no debe reducirse al rendimiento de sus deportistas profesionales que, en algunas instancias superlativas, están incentivados por los oscuros tentáculos del dopaje y de las apuestas, muchas veces ilegales.
La salud deportiva de un país puede ser medida por el nivel de actividad de sus ciudadanos, por el acceso a sitios de práctica deportiva, por la interacción social y finalmente —aun cuando resulte más difícil de medir— por su percepción de felicidad.
En Bolivia, en los últimos años, se han multiplicado como hongos las carreras de calle y los gimnasios de fitness, sumándose éstos a los variados espacios públicos y privados como frontones, plataformas de deportes extremos y las múltiples canchitas y coliseos polifuncionales que se han propagado por todo el territorio nacional.
Hoy, nuestra infraestructura ya tiene un importante volumen. Las pistas atléticas sintéticas, por poner un ejemplo de fuerte inversión pública, han pasado de ser tres (cuando me retiré de la práctica deportiva hace casi una década), a una decena a finales de este año, inclusive en localidades como Bermejo e Shinaota, aun cuando cada una de estas pistas de tartán pueden costar entre uno y tres millones de dólares.
Quedan pendientes todavía varias tareas. La más importante la capacitación y sobre todo el estímulo de nuestros entrenadores y formadores de formadores. Sin cantera, no habrá resultados. Y parte de esa cantera comprende a los gestores y dirigentes, en su capacidad de administradores de proyectos, con capacidad de proponer, diseñar y ejecutar programas que tengan una estructura lógica entre objetivos, resultados e indicadores de éxito, no sólo financiados por las arcas públicas sino también apalancando recursos privados.
Para ello, ayudaría mucho una ley de mecenazgo (que inclusive esté coordinada con temas como cultura) que dé incentivos fiscales a aquellos mecenas interesados en fomentar a aquellas expresiones deportivas que prefieran, para que el sistema les empuje a competir por esos mismos recursos, siempre con complemento público.
Tampoco hay que olvidar la capacidad institucional de las federaciones nacionales, asociaciones departamentales y locales y su relación con los entes nacionales y supranacionales.
Una década después de haberme retirado (Pekín 2008), y a 20 años de haber participado en mis últimos juegos estudiantiles (Sucre 1997), puedo ver que hay avances indiscutibles, sobre todo en materia de masificación e inclusión.
Hoy, es difícil discutir el éxito de los Juegos Plurinacionales, sobre todo en ramas infantiles. La copa está más llena que en los años 90. Además, la clase media es más robusta, por lo tanto, hay más “materia prima” o material humano disponible.
La clase media es más robusta, por lo tanto, hay más materia prima o material humano disponible
“LA COPA NO MUERDE, MÁS BIEN SE LA BESA”
En los siguientes meses veremos competir a nuestros deportistas en las citas clave con países de nuestro entorno, tanto en los Bolivarianos de Santa Marta, Colombia, como en los Sudamericanos de Cochabamba, y para ello se han enviado a varias decenas de atletas a prepararse a China. Con resultados en mano, habrá que ver si valió la pena y si la planificación de mediano y largo plazo fue correcta, no sólo en términos de medallas y marcas, sino también de aprendizaje y de optimización de recursos.
De momento, lo que podemos hacer los espectadores es animarles, entender las dinámicas de cada deporte y analizar nuestras posibilidades reales. Hoy en día, resulta muy fácil entrar a consultar rankings y clasificaciones, y más fácil todavía es tomar un micro y plantarse en la gradería del campo deportivo para disfrutar del juego. Podemos ver la copa medio llena o medio vacía. Pero la copa está. Acerquémonos sin miedo. La copa no muerde, más bien se la besa.
DATOS
Atletas nacionales se anotan en 30 disciplinas. Los 318 deportistas bolivianos que concurrirán a los Bolivarianos de Santa Marta competirán en 30 disciplinas.
Bolivia estuvo cerca de subir al podio en 1947. La mejor ubicación que logró Bolivia en los Bolivarianos fue el cuarto lugar en los Juegos de Perú 1947, con 10 de oro.