María Esther Maldonado: “No cambiaría nada; es más, volvería a vivir todo de nuevo”
María Esther Maldonado Rodríguez lleva toda su vida dedicándose a la actividad artística, prueba irrefutable de esa aseveración es que acumula 54 años de labor en beneficio del folklore nacional. Creó el Ballet Folklórico de la Universidad Mayor de San Simón, entre otros, y forjó a varias generaciones en la danza.
-¿Cómo califica los 54 años de actividad artística?
Estos 54 años de vida artística fueron extraordinarios, porque al contar hoy con 64 años se puede decir que he sido artista toda mi vida. Gracias a eso he conocido poblaciones pequeñas, grandes ciudades, países, infinidad de personas, innumerables escenarios como baterista y directora del Ballet Folklórico de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).
No cambiaría nada, es más, volvería a vivir todo de nuevo.
-¿Qué significa para usted el haberse erigido en la primera baterista precoz en Sudamérica y cómo llegó a marcar ese hecho histórico?
En 1967 empecé con danza española y como no podía tocar las castañuelas, ese mismo sonido intentaba ejecutarlo con lápices sobre la mesa. En la Navidad de ese mismo año, pedí de regalo una batería de juguete, y así sin pensarlo inició mi carrera como baterista. Cambió radicalmente mi vida de niña, porque cambié mis juegos por ensayos, presentaciones y viajes.
-¿Qué significa el grupo Los Ecos en su trayectoria artística?
Al unirme a mi conjunto Los Ecos, sus integrantes se convirtieron en mis hermanos mayores. Junto a Sarita, Ovidio, Dany y Justy nos convertimos en el primer grupo mixto de Bolivia, y al contar con una niña baterista nuestro éxito fue extraordinario a nivel local y nacional, realizábamos de dos a tres presentaciones cada fin de semana. Grabamos éxitos como “Y volverás en ese barco azul”, “Néctar de verano”, “Callarse simplemente”, entre otros, que hasta el día de hoy mucha gente los recuerda.
-¿Qué rescata del tiempo que estuvo en Argentina?
Fue mi inicio en la danza porque entré a estudiar en la Academia Nacional de Danza de Buenos Aires, donde aprendí mis primeros pasos de ballet clásico y folklore argentino; además, como no podía dejar la música formé mi grupo Atethias, con el cual grabamos un disco para promocionarlo y realizamos varias presentaciones. Fue sacrificado porque además seguía con mis estudios, pero es una experiencia de vida porque todo es posible cuando de verdad disfrutas lo que haces.
-¿Fue difícil la elección entre la carrera de medicina y la danza?
Siempre he contado con el apoyo de mis padres y mi hermana. Recuerdo que mi padre me decía: “Lo que decidas ser depende de ti, pero nunca olvides que debes luchar por ser la mejor”. Esa enseñanza marcó mi vida y ya en La Paz, al decidir entrar al Ballet Folklórico Nacional, sabía que no podría dar vuelta atrás. Ahora mi enseñanza a mis alumnos es: “O lo hacemos bien o lo hacemos bien, no hay opción”.
-¿Cuántas academias de danzas gestó en el país?
En 1989 he creado en Santa Cruz la materia de Danzas en el colegio Camino del Saber, esa iniciativa también la realicé en Cochabamba en 1990 en el colegio Domingo Savio y después en el Instituto Americano. Esa iniciativa fue creciendo, lo que me alegró mucho. Posteriormente, en 2002, también he creado el Taller de Danza para personas de la tercera edad en UNI3, que hasta la fecha continúa a nivel nacional. Abrí tres academias de danza en Cochabamba, pero mi dedicación a tiempo completo la ofrendé siempre a San Simón. No pude continuar así, aprendí que uno debe dedicarse a hacer una sola cosa para hacerla bien. Me invitaron a formar grupos de danza hasta en Virginia, Estados Unidos, pero ya trabajaba en la UMSS y decidí quedarme en mi país.
-¿Cómo nace la idea de crear el ballet de la UMSS?
En 1990 fui profesora del taller de danza de la municipalidad y responsable del Ballet Folklórico Municipal. Uno de mis alumnos me pidió apoyo en coreografía para la carrera de Sociología, allí conocí a la Lic. Viky del Granado, jefa del Departamento de Cultura de la DISU, a quien le presenté un proyecto para crear el Ballet Folklórico de la Universidad Mayor de San Simón, y con el apoyo de las autoridades y de toda la comunidad universitaria, el 17 de julio de 1995, se creó el Ballet Folklórico UMSS, dependiente de la Dirección de Interacción Social Universitaria. Actualmente, el ballet de San Simón cuenta con mas de 120 integrantes.
-¿Se siente satisfecha por el trabajo de formación que hizo a lo largo de su trayectoria artística?
Por supuesto que sí, como directora impongo responsabilidad y puntualidad, como profesora imparto todos mis conocimientos adquiridos, no se olviden que mi primera presentación en teatro fue en 1976, pero como maestra comparto experiencias de mi vida y estoy convencida de que eso es lo más importante de mi enseñanza, porque es eso que aplicarán mis alumnos a lo largo de su vida. Sin exagerar, he tenido miles de alumnos y la satisfacción es que hasta ahora me recuerdan y los recuerdo con cariño, y lo mejor de todo es que seguimos siendo amigos.
-¿Qué significa la danza para usted?
Para muchos es una parte momentánea de su vida, para otros será un medio de subsistencia, tal vez para otros será una oportunidad para viajar, pero para mí es simplemente “libertad”, es un espacio donde uno se encuentra a sí mismo y simplemente es feliz. En mi caso la diferencia es que también comparto ese sentimiento con mis alumnos y ellos lo saben, mi enseñanza no es solo pasos o coreografías, es realmente disfrutar juntos lo que hacemos.
-¿Qué es lo que más destaca de su amplio palmarés?
El aplauso del público es el mejor premio que recibe un artista. Entiendo que después de tantos años dedicados al arte los reconocimientos llegan, el tema es cómo se encuentra uno cuando recibe un reconocimiento. Pienso que no te hace mejor tener varios premios, lo que realmente te hace sentir bien es tu conciencia, es lo único que realmente te hace sentir satisfecho.
-¿Tiene alguna tarea pendiente en el campo artístico?
Siempre hay algo que queda pendiente. Los artistas no tenemos una fecha para terminar de hacer lo que amamos, ahora mi tarea es lograr que cada uno de mis alumnos no se vayan siendo grandes bailarines solamente, sino personas maravillosas, con el recuerdo en su mente y en su corazón que cuando bailaban eran felices.
Quisiera agradecer a mis queridos hijos por su apoyo y comprensión, a mi familia y principalmente a Dios por haberme dado el don de ser artista.