Bolivia dejó de ser un país de tránsito y se convirtió en un “hostal” para los capos del narcotráfico que operan a nivel internacional. Ellos son brasileños, mexicanos, uruguayos, paraguayos, argentinos, italianos y peruanos, entre otros. Se refugian y operan cómodamente en Bolivia por meses, incluso años, dedicándose al negocio ilícito de las drogas, tráfico de armas y sicariatos.