
HABLEMOS DE CIUDAD
Existe un imperativo categórico entre la ciudadanía y la institucionalidad pública para mejorar en Cochabamba las condiciones de habitabilidad, confort y acceso universal a la vivienda, servicios básicos e infraestructura urbana. Con ese fin se hace inevitable planificar la ciudad en el marco de políticas urbanas que puedan transformar la intención en acción, considerando la toma de decisiones participativa, de alcance universal, e inserta en un plan que facilite el cumplimiento de objetivos debidamente consensuados.
Cochabamba necesita la renovación de su ordenamiento mediante una planificación que responda a los nuevos desafíos socioambientales del siglo y en correspondencia con los compromisos asumidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, en Quito, Ecuador, el 20 de octubre de 2016, y enunciados en la Nueva Agenda Urbana.
Cochabamba se constituye en la “gran ciudad” de la región metropolitana Kanata. Conurbada con seis municipios: Sacaba, Colcapirhua, Quillacollo, Tiquipaya, Vinto y Sipe-Sipe, la ciudad alberga en 291 km2 de su territorio a 856.198 habitantes, el 58,99 % de una población metropolitana de 1.451.53 personas (proyección del INE a 2022), en una superficie intermunicipal de 2.924 km2 y una superficie urbana total de 238,21 km2.
Cochabamba es una ciudad compacta y caótica, donde ya es posible observar un creciente avance demográfico, y, por ende, continuas expansiones físicas y funcionales (especialmente en zonas periféricas y marginales), evidenciando la necesidad de repensar su comportamiento urbano y sus condiciones de habitabilidad, que evalúen la calidad de vida de los ciudadanos y, en función de los resultados emergentes, establecer políticas públicas para su mejoramiento.
El crecimiento poblacional en el mundo afecta peligrosamente el comportamiento de las ciudades debido a la inmoderada concentración de gente en sus áreas de influencia, provocando la transformación territorial, alto consumo de energía, significativa demanda residencial, excesiva exigencia de servicios de infraestructura y mayor generación de estructura viaria. De no mediar soluciones de corto, mediano y largo plazo vinculadas con la planificación, el panorama puede complicarse considerando la dinámica de crecimiento y la consiguiente expansión de suelo al 2050.
Muchas de las iniciativas urbanas que se implementan en Cochabamba tienen que ver con el impacto que buscan provocar en la ciudadanía respecto del trabajo institucional para el mejoramiento de la ciudad, lo cual no representa en ningún momento un aporte eficiente al desarrollo urbano integral, ni al desarrollo sostenible. Estos objetivos se visibilizan en “obras estrella” que no significan repensar la ciudad.
Los procesos de urbanización y crecimiento económico y la existencia del bono demográfico (la predominancia de la población activa en la pirámide poblacional) generaron un fenómeno particular de metropolización en el eje de desarrollo del país. Las tres regiones metropolitanas (las conurbaciones de las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz y sus entornos rurales) concentran dos tercios de la población del país.
MARKO QUIROGA BERAZAÍN
La gestión del suelo urbano representa el sistema normativo y regulador conformado por leyes, políticas y acciones desarrolladas por el Estado, con el objetivo de organizar el manejo tipológico, de reglamentación y de beneficio urbanístico del territorio. Su tratamiento constituye un factor primordial para el planeamiento de políticas habitacionales.
Es evidente la vulnerabilidad de segmentos menos favorecidos en términos laborales y económicos que intentan con mucho esfuerzo acceder a suelo urbano y que, en algunos casos —en la desesperación de contar con un espacio para habitar— compran terrenos en loteamientos dudosos, publicitados con “grandes ventajas de pago a plazos” y muchos de ellos producto de prácticas ilegales y corruptas como parte del tráfico de tierras.