Cochabamba: debate para un territorio sostenible
Cochabamba se constituye en la “gran ciudad” de la región metropolitana Kanata. Conurbada con seis municipios: Sacaba, Colcapirhua, Quillacollo, Tiquipaya, Vinto y Sipe-Sipe, la ciudad alberga en 291 km2 de su territorio a 856.198 habitantes, el 58,99 % de una población metropolitana de 1.451.53 personas (proyección del INE a 2022), en una superficie intermunicipal de 2.924 km2 y una superficie urbana total de 238,21 km2.
El PIB metropolitano en 2012 fue de aproximadamente Bs. 4.100 millones, de los cuales, el 59% aportó el municipio de Cochabamba, Sacaba el 13,8%, y Quillacollo el 11,6%, generando los tres el 85% del PIB metropolitano.
Durante los últimos 10 años, grandes procesos de transformación socioespacial se han producido en este territorio. De ser un municipio relativamente pequeño en términos de población (actualmente la cuarta ciudad de Bolivia) pasó a conformar la primera capital metropolitana en el país. Sin embargo, los problemas son visibles, a partir de una fuerte concentración humana en los distritos periféricos 9 y 15 de la “gran ciudad” (15,3 % de la población municipal), donde sus asentamientos son producto fundamental de la migración interna.
La amplia diversidad del territorio metropolitano genera una linealidad geográfica a través de conectores principales intermunicipales (con Sacaba, Colcapirhua, Quillacollo Vinto y Sipe Sipe), vinculando en su trayecto muchos distritos urbanos con amplia dependencia, ya sea de sus propios municipios, como de la red troncal que articula a su vez tres departamentos principales del país (Santa Cruz, Cochabamba y La Paz), destacando aspectos de elevada disimilitud tanto física como social.
Si bien Cochabamba se encuentra entre las ciudades más importantes en Bolivia, su aporte al PIB nacional es relativamente bajo comparado con los de los municipios capitales de departamento de La Paz y Santa Cruz. Sin embargo, por sus características geográficas y territoriales y su posición geopolítica central, es un nexo importante para la distribución productiva y el núcleo urbano más importante a escala nacional, y, sin lugar a dudas, también internacional para establecerse como un polo de atracción de población, recursos, economías, producción e industria, similar a Santa Cruz.
Obviamente que a mayor desarrollo también existe mayor generación y amplificación de problemas propios del proceso de transformación. El avance desmedido de las zonas urbanas incide negativamente en el comportamiento de la ciudad. Inicialmente la expansión invade suelos naturales, de preservación forestal, hídrica y agrícolas, con fuerte incidencia medioambiental.
Por otra parte, la gentrificación en las áreas centrales, producto de la renovación urbana, permite que grupos sociales de clase acomodada desplacen a los habitantes más pobres que habitaban conventillos hacia sectores más desfavorecidos, emplazados normalmente en la marginalidad. La segregación socioespacial, alta demanda de servicios básicos, condiciones de inaccesibilidad a la movilidad urbana, insuficiencia de áreas verdes y espacios públicos son otros aspectos de la complejidad urbana, visibles como efecto de las dinámicas de crecimiento metropolitano y la ausencia de instrumentos de planificación eficiente que no aportan a la comprensión social del territorio.
Cochabamba no puede presumir una expansión planificada. Cuenta con muchos instrumentos para ese objetivo, pero, lamentablemente, no lograron estos no lograron resultados en su organización territorial o no fueron debidamente aplicados por conveniencias políticas o económicas. A nueve años de su conformación como entidad macro (Ley Nº 533 del 27 de mayo de 2014), no pudo generar un plan regulador metropolitano, que permita mejorar sus condiciones de habitabilidad y promover proyectos metropolitanos con visión integral. No puede negar su carácter desorganizado, la mala calidad de movilidad urbana, el mal manejo de espacios públicos, equipamientos, infraestructura y vivienda, el incipiente trabajo ambiental, baja productividad y deficitaria administración de la gobernanza, entre muchas otras deficiencias presentes hasta la actualidad.
Por todo ello urge implementar un plan general de desarrollo urbano metropolitano como instrumento de planificación que oriente el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial y materialice un modelo de ciudad habitable y sostenible mediante la formulación de políticas urbanas, estrategias y acciones de desarrollo, normas e instrumentos que viabilicen planes menores y programas de diversos ámbitos de aplicación.
Es importante aplicar criterios de beneficio colectivo, de manera que las soluciones urbanísticas permitan mejorar las condiciones de habitabilidad y confort urbano de toda la ciudadanía. En este sentido, es preciso buscar amplia rentabilidad social como fin último para integrar la diversidad social evitando la segregación socioespacial y permitir el acceso de recursos y oportunidades si dejar a nadie atrás.
El autor, Ph.D., es investigador del Ceplag – UMSS, mkquiroga@gmail.com
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