Los cárteles brasileños y su Guerra Sudamericana
DISPUTA | DESDE FINES DE 2016 EL PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC) Y EL COMANDO VERMELHO SE ENFRENTAN EN UNA GUERRA POR EL SEGUNDO MERCADO CONTINENTAL DE LA COCAÍNA Y SUS RUTAS A EUROPA. EL PCC APUESTA A SER HEGEMÓNICO Y ENFRENTA A UNA COALICIÓN EN EL NORTE AMAZÓNICO.
La presencia activa de miembros de los cárteles brasileños agita Bolivia en lo que va de 2017. Las autoridades nacionales han explicado que varios hechos delictivos desatados por estos súbditos brasileños especialmente en el departamento de Santa Cruz constituyen un rebalse de la guerra de cárteles que se vive en el coloso sudamericano. Aquella confrontación empezó justamente a fines de 2016 y no deja de sorprender a los especialistas que ya desde hace años alertaron sobre las dimensiones de las mafias brasileñas y sus riesgos para el continente.
Dos constituyen los mayores grupos delictivos de ese país: el Primer Comando de la Capital (PCC), con su eje en Sao Paulo, y el Comando Vermelho (CV) de Río de Janeiro. Durante décadas actuaron coordinadamente y respetaron sus respectivas zonas de influencia. Sin embargo, las tensiones fueron creciendo a medida que el poder del primero, al parecer, lo ha tentado a un poder hegemónico y no solamente en Brasil.
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EL INIIO DE LA GUERRA
Por ello, el Primer Comando de la Capital dinamitó a fines del pasado año las reglas del narcotráfico en su país. Lo hizo a lo grande, asesinando con fusiles antiaéreos al narco Jorge Rafaat, considerado el ‘Rey de la frontera’ en el límite con Paraguay durante una espectacular emboscada que le dio las llaves de la zona sur del Brasil.
Luego buscó imponerse en el norte, pero no hay sitio para todos los que quieren controlar el negocio de la droga en el segundo país con más consumidores de cocaína del mundo. La guerra pronto quedó explícita con cuerpos decapitados y desmembrados de más de un centenar de presos asesinados en los estados de Amazonas y Roraima durante motines. A ello se han sumado confrontaciones que no se inmutaron en respetar las fronteras con Bolivia, Perú o Paraguay. Según el diario O Estado de São Paulo, las otras 25 facciones que actúan en Brasil tomaron partido por uno u otro grupo, mientras los grandes patrones nacionales reformulan el tablero.
Una de esas bandas es la Familia do Norte (FDN), la tercera facción más poderosa del país, que se alió a los cariocas contra el Primer Comando de la Capital. "El Comando Vermelho utilizaba las rutas del sur que ahora comanda el Primer Comando de la Capital y tuvo que buscar soluciones en el norte. Allí se unió con la FDN para hacer una ruta alternativa al Primer Comando, que lo que quiere es dominar todo Brasil", explicó hace unas semanas a la agencia AFP el fiscal Marcio Sergio Christino. Algo similar sucedió para asentar la alianza del CV con el Primer Comando Catarinense. La FDN es un cartel que ha adquirido notoriedad al convertirse en el amo y señor del tráfico de drogas en Amazonas, una región clave debido a su condición de frontera con Colombia y Venezuela.
LAS HISTORIAS DEL PCC Y EL CV
La historia cuenta que el Comando Vermelho fue el primero de ambas carteles mayores. Surgió de una alianza entre dirigentes de izquierda, perseguidos por la dictadura en los años 70, y delincuentes comunes, que se encontraban recluidos en la cárcel Cándido Méndes, en Río de Janeiro. Se unieron para hacerle frente a los excesos de la fuerza pública. Sin embargo, a finales de aquella década, conforme se fue involucrando con actividades delincuenciales, fue perdiendo su ideología, hasta convertirse en una poderosa estructura criminal con presencia más allá de los barrotes.
Pronto se fue haciendo con el control del narcotráfico en ese país, entre otras, gracias a sus vínculos con carteles colombianos. Uno de sus jefes, Luiz Fernando da Costa, alias Fernandinho Beira-Mar, fue capturado en Colombia en 2001. Fernandinho Beira-Mar llegó a ser un importante aliado de la guerrilla colombiana de las FARC, y primer pez gordo brasileño en los registros de la DEA. Y, entonces, se expandió desde Río de Janeiro hacia otras regiones.
Ya desde mediados de los 90, varios de sus integrantes empezaron a tensionar las relaciones con el PCC. Armaron rancho aparte y fundaron dos estructuras: Amigos dos Amigos y el Tercer Comando. Ambas entraron a disputarle al Comando Vermelho el control de Río de Janeiro. La alianza con el PCC pendía de un hilo para romperse. El desenlace radicaba en el momento en que las fracciones del CV facilitasen al Primer Comando el acceso a enclaves tan emblemáticos como la favela Rocinha, la mayor de Brasil.
El PCC, surgido en 1993, fue al principio casi una copia del CV. Al igual que este, nació en una prisión, la de Taubaté, en Sao Paulo. Y surgió como un grupo de autodefensa tras la masacre de Carandiru, en la que miembros de la Policía Militar acabaron con la vida de 111 reclusos de este centro penitenciario, ya clausurado. En 2001 dio el salto a la fama al protagonizar una protesta sin precedentes con motines en 29 prisiones. En 2006 se superó a sí misma y ese año fueron 70 los centros penitenciarios afectados.
Durante estos años, el PCC se fue expandiendo, siempre a la sombra del CV, pero a fines de 2016 decidió finalmente romper y entrar a pelear con él por la codiciada Río. Una movida atrevida que dio inicio a una guerra sin precedentes.
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UN CARTEL BIEN ORGANIZADO
Según cálculos oficiales, Primer Comando, hoy tiene más de 20.000 integrantes. Además del dinero del narcotráfico, la facción que dirige Marcos Willians Herbas Camacho, Marcola —encarcelado desde 1999—, también posee compañías de autobús, modestos equipos de fútbol en São Paulo e incluso una refinería de petróleo clandestina, según las investigaciones.
Las superpobladas y denigrantes cárceles brasileñas son, además, centros de reclutamiento y preparación para estos grupos criminales.
"El Primer Comando es una organización muy sólida, jerárquica, con reglas muy definidas y una división clara de tareas y funciones", explicó Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de São Paulo.
Del Comando Vermelho se sabe que creció aprovechando el boom del consumo de cocaína en el país, reinvirtiendo sus ganancias y diversificándose a otros rubros como el tráfico de armas. Pero ya no es lo que era. A diferencia del PC paulista, el CV no es tan organizado ni tiene una vocación hegemónica, sostiene el procurador de Justicia de la fiscalía carioca, Alexander Araujo, en una entrevista con la AFP.
Como parte de las redes de narcotráfico, estas organizaciones criminales no son un problema solo de Brasil. Con 17.000 kilómetros de fronteras, en algunos trechos muy porosas, el mayor país de América Latina es un punto clave en el comercio mundial de la droga.
El PCC funge como primer cartel brasileño de tráfico internacional. Sus labores envuelven a Bolivia, Paraguay y Brasil, según han declarado autoridades brasileñas. Desde los grandes centros productores de cocaína —Colombia, Bolivia y Perú, todos fronterizos con Brasil— el gigante sudamericano es un enorme corredor terrestre para los envíos de droga hacia Europa, con escala en África. Algunos investigadores señalan que los grupos brasileños ya buscan acercarse a los "capos" del narco en Colombia con la ventaja de ofrecer una de las rutas más importantes del tráfico internacional de drogas.
(Con datos de El País de Montevideo, La República, El Espectador y AFP)