Codornices aumenta producción de carne nutritiva
La primera granja en introducir la codorniz al mercado boliviano fue la de don Saul Siles y Aydee Serrano de Siles, hace más de 50 años. Su granja, afincada en Colcapirhua, cerca de la tranca, recibió las primeras 8 unidades de un amigo que llegó de Argentina, José Herbas. La familia Siles criaba entonces gallinas, pero una inundación los dejó sin su principal producto. De milagro, las codornices sobrevivieron y con el trabajo duro y el tiempo se multiplicaron. Con los años, lograron instalaron un puesto de venta en el mercado 25 de Mayo, que fue el punto de partida para el ingreso del huevo de codorniz al mercado boliviano.
Hoy la familia Siles gerenta la granja JARS (que son las iniciales de los padres Siles y sus dos hijos) con más de 10 mil codornices ponedores en Cochabamba y una capacidad de hasta 8.000 huevos por día, además de contar con una planta en Santa Cruz en la que tienen aproximadamente 120.000 aves para carne y huevo, según comentó Rosario Siles, propietaria de la granja en Cochabamba.
Su hermano, Jorge, lidera la planta en Santa Cruz. Sus padres fallecieron dejando el legado de producción de codornices en la región, tradición que sus hijos continuaron.
“Al principio todos miraban con sorpresa este nuevo producto. Ahora es común ver huevitos de codorniz en todo lado, pero hace 50 años, cuando comenzamos, era muy diferente”, relató Rosario a Los Tiempos.
La carne de codorniz y el huevo son productos altamente nutritivos y contienen la misma cantidad de grasa que el pollo, pero con mayor contenido de proteínas. Tienen más hierro y la misma cantidad de calorías por cada 100 gramos. Su carne es sabrosa y tiene muchas formas de preparación: hervido, frito, a la parrilla, al horno... Y los huevos de codorniz son el acompañante perfecto para cualquier comida, aunque también se pueden comer por separado.
Rosario Siles, propietaria de JARS en Cochabamba, ejerció su otra gran pasión, la medicina, pero también dedicó gran parte de su tiempo a la producción de codornicez, talento que heredó de sus padres.
Desde la llegada de las primeras codornices, la producción ha crecido a pasos agigantados. Hoy, en Cochabamba, existen aproximadamente 20 granjas de producción de codorniz, una gran parte en los municipios del valle bajo.
La producción se amplió a otros departamentos, como Tarija, Santa Cruz, Chuquisaca y La Paz. Se estima que en el país hay más de 50 granjas, la mayor parte en Santa Cruz, que tiene la mayor producción a nivel nacional y Cochabamba está en segundo lugar.
Aves para el interior
Ibis Israel Rojas Ledezma, propietario de la granja Ledezma, fue la segunda en producir codorniz en Cochabamba y Bolivia. Actualmente, produce entre 2.000 a 3.000 unidades de codorniz por mes. Además de 10.000 huevos por día.
Su abuelo, Melquiades Ledezma, abrió la segunda granja en el departamento. Hoy venden su producto en varias regiones del interior del país.
“Hoy por hoy enviamos a Santa Cruz, Oruro, Tupiza, el mercado está creciendo de a poco. La carne y el huevo tienen muchas bondades en valor nutricional, menos grasa y es sabrosa”, dijo.
Otro producto secundario que se puede usar es el abono de las codornices, que tuvo resultados muy positivos en frutales. Las codornices son aves de clima cálido, por lo que Cochabamba tiene condiciones para su producción.
Los productores invierten aproximadamente 5.000 bolivianos por cada jaula de 360 aves. Los pequeños productores tienen 5 jaulas y los más grandes hasta 30 o más. La codorniz ponedora tiene una vida productiva de un año, aproximadamente.
Los mayores problemas del sector son la falta de alimento, que se produce mayormente en Santa Cruz, sobre todo por los bloqueos. Además, falta que las autoridades fitosanitarias especifiquen al sector como productores de codornices y no los mezclen con el de pollos.
Asociación nacional
Un grupo de productores crearon una Asociación Nacional de Productores de Codorniz y sus Derivados (Asonaco) que reúne, por el momento, a 19 productores activos, aunque hay muchos más que no son parte de la asociación, pero que producen codorniz formalmente.
“El mercado de codornices sigue creciendo. Hay espacio. Bolivia es el cuarto o quinto país de la región. Nos falta personería jurídica, pero ya estamos en pleno proceso. También capacitación y asesoramiento. Queremos traer genética y tecnología. También necesitamos que se difundan más las características nutricionales y las ventajas de este producto, que no es solo una delicia, sino que tiene mucho potencial nutritivo”, dijo Fabian Ortiz Oliva, presidente de Asonaco.
La asociación apunta a la creación de embutidos, el procesamiento de la carne, la incursión de este producto en innovación de platos con chefs profesionales, alianzas estratégicas, incorporación al subsidio de lactancia, etc.
Actualmente, existen dos plantas de incubación que son parte de la asociación; una en Santa Cruz y otra en Tarija, pero se busca la instalación de una planta en Cochabamba, además de la implementación de tecnología para genética, alimentos y otros.
Para producción de huevo, en Santa Cruz existen 3 granjas certificadas; en Cochabamba 4, en La Paz hay 1; en Chuquisaca 1; en Tarija son 5 granjas registradas. Para la reproducción solo hay una granja certificada en Santa Cruz, una en Chuquisaca, una en Tarija y una en La Paz. Para carne (matadero) hay dos plantas certificadas: en Santa Cruz y Tarija, según datos de Asanaco, aunque hay granjas que no son parte de la sociación pero producen carne y huevo.
A nivel nacional se estima que hay unas 850.000 codornices, la mitad de ellos en Santa Cruz, que tiene las plantas más grandes. Sin embargo, hay una población de aves que no está registrada.
Desafíos
El mercado de codornices crece cada año y generalmente las granjas logran vender todo su producto. Hay otro grupo de productores que tiene una importante cantidad de aves pero que no está afiliada a la asociación. Uno de los retos es que los productores puedan asociarse y trabajar en conjunto. Otro reto es lograr que la población conozca más las beneficios de la carne y el huevo. También se necesita tecnología, genética, canales de comercialización, que los bloqueos no afecten el transporte de los productos y los alimentos, entre otros.