Miles de creyentes llevan con fe y devoción sus pedidos a la “mamita de Urkupiña”
Stephanie Maldonado
COCHABAMBA |
La promesa, una plegaria y mucha fe, es la consigna con la que que cada año miles de creyentes llegan hasta el Santuario de la Virgen de Urkupiña en el municipio de Quillacollo, cargados de esperanza y devoción.
“Le pido salud, bienestar para toda mi familia, mis hijos, para que me vaya bien en el trabajo y sí, siempre me ha cumplido”, explica Rocío Aguilar, una madre de familia que trabaja arduamente para romper una piedra en el cerro de Cota y llevarla ante la “mamita”, esperando que cumpla sus anhelos.
En el Calvario, nada detiene a los visitantes que con ahínco golpean el combo una y otra vez contra las piedras, luego de ch’allarlas con cerveza o con “vino de tierra”, esperando obtener la pieza más grande de acuerdo a sus necesidades de dinero, salud, amor, casa propia o familia, entre otras.
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“Tengo que q’oar, tengo que ch’allar, tengo que bailar porque si no hago todo eso, no me va a ir bien”, dice Lucero Chambi, mientras prepara su dinero, su casita y su consultorio en miniatura para cumplir la tradición. “Estoy comprando plata porque debo al banco y quiero pagar”, añadió.
Cristina Janco, una fiel devota, también se agacha y repite plegarias en la pared de piedra, a las faldas del cerro, mientras baña sus manos con humo e incienso y ch’alla para la “milagrosa”.
“Yo he venido mal de mi corazón, así en ayunas he insistido, ‘Virgencita de Urkupiña, tú sáname’. Mira ahora ya estoy bien, estoy sanita. Me ha curado, los deseos cumple la Virgencita de Urkupiña. Estoy bien de salud”, asegura la peregrina.
Los visitantes llegan desde otros departamentos y de países como Argentina, España, Perú y otros, hasta la "patrona", no sólo haciendo peticiones sino también para “cumplir su promesa”, de agradecer a la advocación por lo recibido.
Es el caso de Sonia Taboada, residente de Salta, Argentina, que llegó a Cochabamba únicamente a participar de la festividad, muestra de gratitud.
“He venido a cumplir una promesa de la Virgen, yo le pedí y ella me cumplió en menos de un año, entonces estoy acá agradecida y emocionada”, fueron sus palabras.
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Más de un millón de fieles inician su recorrido, año tras año, durante 13 kilómetros para expresar su devoción mediante tradiciones y rituales llenos de promesas de fidelidad a la Virgencita de Urkupiña.