VIH, la mala palabra
Si bien esta columna tiene como prioridad tocar temas ambientales, hay un asunto que se me ha quedado atascado en la garganta y que considero necesario volver a sacar a la luz, por si acaso.
¿Recuerdan cuando, el entonces ministro de salud, Juan Carlos Calvimontes, hizo público el diagnóstico de salud del exmagistrado, Gualberto Cusi? Fue en 2014, y en su momento se dio mucha pantalla al tema, cuando se creó un debate entre los que decían que el ministro debía renunciar a su cargo y los que lo apoyaban (sí, había algunos).
Se entrevistó a Calvimontes y a Cusi. Algunos reclamaron por la vulneración del derecho a la confidencialidad que tiene cualquier persona cuando a su salud se refiere, y hasta Evo Morales dijo que estaba preocupado por la salud de Cusi y prometió ayuda, pero luego se enteró que había algo con la “sangre” y dijo que su ministro había actuado “a favor de la población”. No me sorprende.
La mayoría de los bolivianos espantados no quiso ni siquiera ponerle nombre a la enfermedad, pero sí la apellidó Mortal. Hubo muchos medios que se acogieron al derecho a la confidencialidad al dar y opinar sobre la noticia “mortal”, pero la realidad es que el exministro de salud de Bolivia le dijo en conferencia de prensa a millones de bolivianos que Gualberto Cusi tenía el “síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Sida”. Y encima justificó que en 2014 era necesario advertir al personal que debía usar un protocolo de bioseguridad, como si los médicos y enfermeras hubiesen egresado en 1800.
Pese al tema, hoy Juan Carlos Calvimontes funge de gerente de la Caja Petrolera, de donde él mismo dio a entender que había “rastreado” la información de Cusi, y se pasea por la calle como quien no mata una mosca, pero habiendo roto su juramento hipocrático. (No creo que le importe mucho).
La enfermedad con la que vive Gualberto Cusi (y miles de personas en Bolivia y millones en el mundo entre hombres, mujeres, niñas y niños) está ligada (entre otras cosas) a la sexualidad y de eso, en un país mojigato como el nuestro, no se habla. Así nos va. Bolivia tiene al 85 por ciento de los infectados entre jóvenes de 15 a 35 años de edad. Adolescentes que no pueden hablar de sexo, VIH, drogas o alcohol con sus padres ni profesores.
Hace poco el exmagistrado Gualberto Cusi, al que estuvieron con el juicio hasta este 2017 cuando fue sentenciado, le escupió en la cara al diputado masista Víctor Borda, uno de los impulsores del juicio que se le siguió a Cusi por haber dejado en suspenso la aplicación de la ley del notariado.
Obviamente Borda casi arde en llamas, la bancada masista amenazó con enjuiciar a Cusi por ser “un peligro para la salud de los paceños” y nuevamente el fantasma ignorante del VIH volvió a rondar la política boliviana.
El asunto es así de simple: El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) NO es sida. El VIH es un virus que se transmite SOLO de tres maneras, por vía sexual, por vía parental y por sangre (transfusiones, jeringas usadas).
No se contagia porque no es un resfrío. El virus no flota en el aire, no se encuentra en la saliva, ni en el sudor. Ni en el baño público, ni en la piscina, ni por abrazar, besar o por picaduras de insectos o tomar del mismo vaso… Usted puede infectarse con VIH SOLO si tiene relaciones sexuales con una persona infectada y no usa preservativo, si es una madre infectada y no toma el tratamiento, no se somete a una cesárea y le da el pecho a su bebé, si decide hacerse un tatuaje en la calle y compartir una aguja ya usada, o por mala suerte (y ha ocurrido en Bolivia), si le transfunden sangre infectada.
El sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) es la fase terminal del síndrome. Es cuando las defensas del organismo bajan tanto que puede ser atacado por cualquier enfermedad. Puede ser mortal si es que no se recibe tratamiento adecuado, pero existen medicamentos que convierten a esta enfermedad en crónica, algo así como una diabetes. Y una persona en estado de sida, puede recuperarse.
Hace poco el Presidente Evo Morales declaró mártires de la reinvindicación marítima a nueve bolivianos detenidos y sentenciados en Chile por un asunto que no termina de aclararse. Dijo que tenían “muerte civil por no poder entrar a Chile”.
En realidad al que le han dado muerte civil en un país retrógrado respecto al VIH como es Bolivia, sería a Gualberto Cusi. Y les han metido temor a las miles de personas que viven con VIH en Bolivia a que falten medicamentos, a que siga licuándose el presupuesto para la salud pública, a que los médicos tengan la escuela de Calvimontes y a que no se entienda de una vez que el VIH es una enfermedad que puede pasarle a cualquiera y que ya no es mortal.
La autora es periodista.
Columnas de Mónica Oblitas Zamora