Los árboles de García Linera
Me gusta asumir siempre lo mejor de las personas, así que prefiero creer que las recientes declaraciones del vicepresidente Álvaro García Linera sobre la deforestación en Bolivia y los alcances y consecuencias de ésta, las ha hecho basadas en su desconocimiento y por supuesto a causa de un pésimo asesoramiento. Tiemblo al pensar que realmente se cree todo lo que ha dicho.
Recordemos sus palabras en la conferencia que realizó hace poco en el hall de Palacio de Gobierno. Basado en una publicación del Washington Post y en un informe del Banco Mundial, que se refieren a la cantidad de árboles por persona y por país y sobre cuáles son los países que más aportan con gases de efecto invernadero, García Linera creó una ecuación que determina cuánto CO2 emite cada país y cuánto oxígeno expulsa (sic). “El resultado de uno y otro determina el índice real de incidencia en el calentamiento global. Bolivia aparece con un índice de 62. Elevadísimo. Somos un ente benéfico para el mundo”, dijo.
¿De cuándo acá al vicepresidente le importan tanto los árboles, el oxígeno, la contaminación y otras ramas? La conferencia se debió a que García Linera quiso justificar con esas cifras y ecuaciones, que la construcción de represas como la de El Chepete o la de El Bala, la ampliación del plazo para el desmonte o la expansión de la frontera agrícola extendida hasta zonas como la Amazonía, no incidirán en el índice de contaminación de Bolivia aunque signifique que “se deforeste y siembre 10.000, 100.000 o 300.000 hectáreas. Por supuesto que no afecta el medio ambiente. Tenemos un colchón de compromiso de reserva ambiental que nos permite que podamos y sigamos produciendo para mejorar la economía”, dijo García Linera.
Sin embargo es necesario recordarle al Vicepresidente que el Washington Post no es un precisamente la fuente más idónea para hablar de deforestación y el Banco Mundial tampoco.
Mostrémosle mejor unas fuentes que sí son fidedignas y que saben de qué están hablando, las que quizá pueda utilizar en su próxima disertación “verde”.
De acuerdo al Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) sólo hay tres países del mundo con más deforestación per cápita que Bolivia: Botswana, Paraguay y Namibia.
El estudio “Mapa de deforestación de las tierras bajas y yungas de Bolivia”, elaborado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN-Bolivia), muestra que durante el periodo 2000-2010, Bolivia perdió 1 millón 820.000 hectáreas de bosques por efectos de la deforestación.
El Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib) ha calculado que Bolivia pierde anualmente 350.000 hectáreas de bosques por la deforestación, legal y clandestina. “Con aproximadamente 320 metros cúbicos por persona y año, la tasa de deforestación per cápita en Bolivia es una de las más altas del mundo. Representa 20 veces más que el promedio mundial”, dice el informe del Cedib que alerta que a este ritmo, los bosques de Bolivia desaparecerán el año 2100.
Y finalmente, ya que al vicepresidente le agradan los informes de los bancos, añado el informe “La economía del cambio climático en Bolivia. Impactos sobre la biodiversidad”, realizado por Lykke E. Andersen para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que dice en su resumen: “La tasa de deforestación per cápita en Bolivia es 12 veces más alta que el promedio mundial y una de las más altas del mundo por encima de los niveles de otros grandes países como Brasil, Indonesia, Malasia y China. Las fuertes interacciones entre la deforestación y el cambio climático indicarían que la deforestación podría aumentar aún más los impactos adversos del cambio climático.”
La realidad es que luchar contra la deforestación y sus consecuencias es tarea de todos, como hormiguitas. Está claro que los malvados industrializados ya hicieron de las suyas y nos dejaron un planeta que tenemos que reconstruir con sacrificio injusto. Y que es imposible negarnos a nosotros —los países en proceso de desarrollo— que crezcamos económicamente, pero, obviamente, no repitiendo la misma fórmula desastrosa que aplicaron los malos. Cuando el vicepresidente encienda la chimenea de su bonita casa, esperemos que piense que el humo que se eleve al cielo no es menos humo porque lo emita él desde Bolivia. Como hay que hacerle entender a Donald Trump que vivimos en un solo planeta y que lo que hagan (o dejen de hacer) unos, nos afectará a todos.
La autora es periodista ambiental.
@monicaoblitas /@editalbolivia
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