Vergüenza
Vergüenza deberían sentir los dirigentes de los partidos políticos tradicionales de izquierda, centro, derecha, llamada ahora oposición, que no asumen las aspiraciones que la ciudadanía espera, para que logren conformar un frente de unidad, amplio y de consenso, con miras a las elecciones primarias y luego a los comicios de octubre de 2019.
Parece que no hay tal vergüenza de lo que dice la ciudadanía respecto a los líderes políticos de la oposición, que tampoco se renuevan ni dan lugar al surgimiento de nuevos candidatos, y que sean jóvenes y que reemplacen a un nuevo liderazgo al que se aferran como si no existieran otras alternativas. La inscripción de candidatos a las primarias es la mejor muestra.
Tal parecería que, dejando de lado la vergüenza, se aferran a ser candidatos, dividiendo el voto ciudadano, siendo funcionales al Gobierno que, en la lógica del “divide y vencerás”, le siguen el juego, tal como ocurrió en la elección de octubre de 2014 donde se presentaron al menos siete partidos además del oficialismo, permitiendo que el MAS logre dos tercios con los cuales ahora aprueba una serie de leyes que benefician al partido.
Vergüenza deberían sentir los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) que, dejando de lado la Constitución Política del Estado y el referéndum del 21F, proclamaron de candidatos al binomio Morales-García Linera a cambio de ministerios, siendo que un congreso había planteado que ese cargo debería ser ocupado por un minero, un profesor. De nada sirvió la resolución del congreso, sus dirigentes tomaron la decisión inconsulta de sus bases asumiendo una actitud arbitraria y desleal.
El dirigente minero Pedro Montes, ahora senador por el MAS, o el actual secretario ejecutivo, Juan Carlos Huarachi, minero de Huanuni como Montes, no hacen más que buscar satisfacción a sus propios intereses, en desmedro de los trabajadores que deben enfrentar condiciones de trabajo adverso, mientras sus dirigentes están en comisión y que les permite recibir su salario sin trabajar, gozar de privilegios en viáticos, estipendios, codearse con el poder y recibir movilidades cero kilómetros, ofrecimiento de construcción de sedes sindicales, dejando de lado el mandato asignado por su organización sindical que es asumir la defensa y la reivindicación de los trabajadores que implica mejores condiciones de vida y de trabajo en la mina, la fábrica o el agro.
La Central Obrera Boliviana (COB) ahora convertida en Central Obrera Masista (COM) –circulan memes en las redes sociales con esa denominación–tiene dirigentes serviles. Militantes de un partido político ajeno a los intereses de los trabajadores que tienen que sufrir los rigores del destino. Vergüenza deben sentir los dirigentes mineros como Federico Escóbar Zapata, Irineo Pimentel, Simón Reyes, Cirilo Jiménez o Víctor López Arias, que jamás se doblegaron al mandato de los dictadores ni hicieron pactos con el poder de turno.
Vergüenza debería sentir el oficialismo que se aferra al poder a título de “pueblo”, palabra manipulada hacia un sector de la sociedad que no representa el destino de todos los bolivianos que esperamos un cambio en las relaciones Estado, sociedad política y sociedad civil. Somos espectadores de un circo que se mueve al ritmo del Gobierno que impone elecciones primarias, copiando del imperio al que insultan y critican todo el tiempo.
Vergüenza debería darnos a todos los bolivianos por ser tolerantes y aceptar que el Gobierno, el MAS y los movimientos sociales pongan la música y nosotros bailemos según el ritmo que a ellos les gusta. Nada más vergonzoso para el país que apuesta por vivir en democracia. Vergüenza.
El autor es periodista y docente universitario.
Columnas de CONSTANTINO ROJAS BURGOS