El shamán guevarista
Personalmente me resultó irritante cuando Putin dedicó al Che Guevara un festival juvenil de deportes celebrado en Moscú. Su dedicatoria no tuvo trascendencia, pero no por eso dejó de ser inoportuna. Celebrar al Che Guevara es una opción personal digna de consideración; sin embargo, es desconocer las realidades sociales no tomar en cuenta que es un personaje antipatizado por buena parte de la población boliviana.
La opinión pública boliviana no aclara por qué lo antipatiza al Che Guevara; quizá sea por considerarlo algo así como un tirano. Mientras que las mayorías cubanas consideran al Che como un caudillo libertador, no ocurre lo mismo en Bolivia; esto porque dicen que el campesino cuenta de la feria según como le ha ido.
El Che acompañó a Fidel Castro en dirigir la revolución cubana. En Bolivia, el Che no dirigió nada positivo, porque estaba al margen del sentir del pueblo en su conjunto. No hizo caso de lo que le dijo Monje, entonces secretario del Partido Comunista Boliviano: “La política boliviana es un asunto de los bolivianos”. Y es así; revoluciones y reacciones en Bolivia funcionan según el sentir de los bolivianos.
Pues bien; la imagen del Che Guevara ha resurgido en este año 2019 para hostilizar a Putin. Resulta que un shamán inició en Siberia una marcha de protesta contra Putin. Genéricamente se denomina shamán a un sacerdote o brujo, como se quiera expresarlo, propio de los ritos paganos del ártico, de Siberia e incluso del Asia Central.
El shamán en cuestión es un yakuto, de Siberia. Inició una marcha que partió de Yakutia en dirección a Moscú, yendo a pie decidido a recorrer miles de kilómetros, con calor y frío siberianos. Todo su equipo de viaje lo llevaba en un carrito de dos ruedas, que arrastraba. Lo más notable de este shamán es que a veces usó una camiseta con la imagen impresa con el rostro del Che Guevara. El shamán guevarista predica que Dios y la naturaleza le han declarado que Putin es un demonio, y que por su causa hay guerras y cataclismos; que una vez que sea derrocado, habrá un milenio de paz. Breve, nuestro shamán es una especie de necio, pero esas cosas siempre han producido conmociones en Rusia.
El caso es que el shamán guevarista produjo seguidores y también anticuerpos. No pudo ingresar a una ciudad siberiana porque le cerraron el paso un grupo de shamanes con sus seguidores, considerándolo un pernicioso subversivo. Finalmente el shamán guevarista fue arrestado y llevado a juicio en nombre de leyes severas que reprimen muchas cosas en Rusia.
Mala historia para el régimen de Putin, que sobrevivirá al shamán guevarista, y a las protestas de las bellas desnudistas de Femen y de las roqueras de Pussy Riot. A propósito de éstas últimas, en una serial novelesca de televisión, en Londres llevan a juicio a estas roqueras, pero el juez las libera declarando que están protegidas por el derecho a la libertad de expresión, pero, por lo alboroteras, declara el magistrado que comprendía al tirano que quería hacerlas callar. Pero lo ocurrido con el siberiano sigue siendo una mala historia, porque marginales subversivos, pero ni violentos ni amenazantes, sean bellas como las de Femen o excéntricos como el shamán Alexander Gabyshev, están amparados por la libertad de expresión. Así que reitero mi antipatía por el Che Guevara, invocando a Karl Marx, quien afirmó que la libertad de expresión (salvando la difamación personal, claro está) es uno de los grandes logros de nuestra civilización moderna.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN