El dios calvinista
Hace 100 años, Max Weber escribió un libro clásico sobre el protestantismo y el espíritu del capitalismo. La misma tesis fue nuevamente expuesta en el libro de Troelsch El capitalismo y el mundo moderno.
Sostuvo Weber que el capitalismo se ha desarrollado teniendo un impulsor ideológico en el puritanismo, versión secularizada de la doctrina del teólogo protestante Jehan Cauvin, cuyo nombre ha sido latinizado como Juan Calvino. Fue en Francia que nació Calvino en 1509, pero murió, en 1564, siendo algo así como dictador en el cantón suizo de Ginebra
No viene al caso escribir sobre la tiranía de Calvino en Ginebra, sino recalcar que Weber no exageró sobre la importancia del calvinismo que, pasado a un pensamiento secular, ha dado lugar al puritanismo. Un puritano, sea cristiano o agnóstico, cree que la austeridad de su vida y su éxito laboral y finalmente económico, son signos de que es un ser superior.
El puritanismo ha hecho hincapié en valores burgueses, como ser la diligencia en el trabajo, la frugalidad, la independencia. Tuvo predicamento en el norte de Europa, pero arraigó en Suiza, entre los británicos y en Estados Unidos. En el siglo XVII la revolución que acaeció en Inglaterra llevó al poder a Oliverio Cromwell y a sus puritanos, que prohibieron bailar y otras travesuras.
El ejemplo mayestático de burgués puritano ha sido John D. Rockefeller, con su Standard Oil. Riquísimo, medido, nada ostentoso.
Según el sentir calvinista y puritano, el elegido por Dios es puro y de una vida exitosa. Según un prominente seguidor de esta doctrina, el justo elegido por Dios se casará con una mujer que manifiestamente también ha sido elegida para la salvación. Fallando en hallar la tal elegida, se casará por interés económico. Si se casa por atracción sexual, qué cochinada. Nada de fijarse en la belleza o en cualidades humanas. Por lo menos el dinero es neutro, eso dicen. Este ejemplo es el desiderátum del pensamiento calvinista.
Pero el calvinismo tiene virtudes. Por ejemplo, si uno es de pensamiento calvinista no puede ser marxista ni nazi. Fíjense, en Alemania se hicieron nazis porque o eran católicos o eran protestantes luteranos. Los calvinistas suizos o anglosajones, incluyendo a los muy presbiterianos escoceses, no pueden nunca adherirse a esas extrañas ideologías. El puritanismo es una verdadera fuerza ideológica y en lo político, más allá de lo entrevisto por Weber.
Ahora iré a la parte teológica, porque no soy Pontifex maximus romanus como el papa Francisco, pero soy Pontifex minimus paganus.
Como se sabe, la base del calvinismo es la doctrina de la predestinación. En su sabiduría y omnipotencia, Dios ha predeterminado quién se salvará para alcanzar la vida eterna. Ya en vida se podrá observar su predestinación por su vida pura y… y… y por su éxito económico. ¿De dónde sale esto?
Se los aclaro así nomás consultando Dios sabe qué. En tiempos de la reforma protestante y, desde antes, en el ámbito católico, fue usual considerar que era legítimo recurrir a la astrología para así llegar a percibir cuáles serían los designios divinos. La astrología dependía en buena parte de la autoridad de Claudio Ptolomeo, quien vivió hacia el siglo II. Ptolomeo escribió que se podía saber el destino mediante la astrología, salvo error naturalmente, como acotó prudentemente.
Entonces, tenemos que el fundamento en la creencia de la predestinación está en la astrología o, propiamente, en la creencia de que siendo Dios omnipotente y omnisapiente, sabe necesariamente quiénes serán los salvados. Sobre ellos cae la gracia divina que –¿por qué no?– se manifestará en mucho orgullo y, si posible, más pesos.
Con esto tenemos que en Estados Unidos son todos calvinistas, ricos y pobres, protestantes y católicos. Y tras de muchas prédicas y Biblia, está el dios verdadero, al decir parodiado de don Francisco de Quevedo: el dinero. El capitalismo americano, en todo su egoísmo, se fundamenta en el calvinismo. Pontifex minimus paganus dixit.
El autor es escritor
Columnas de BERNARDO ELLEFSEN