Cuando la política pone en terapia intensiva a la salud
Bolivia tiene uno de los sistemas de salud más deficientes de Latinoamérica. Hospitales colapsados, filas de personas desde la madrugada para obtener una ficha de atención, bebés nacidos prematuros compartiendo incubadoras eran las noticias que cada semana o mes se tenía en la agenda mediática. Todo, producto de mezclar la política con la salud, pero no aprendemos. Tenemos al coronavirus encima y algunas autoridades creen que son protagonistas de las más dramáticas novelas.
Cochabamba es una de las principales víctimas de la política. Se escucha a las autoridades de municipios, gobernación y ministerios expresar públicamente su predisposición a coordinar acciones. Sin embargo, la semana pasada se tenía al alcalde de Cochabamba y al delegado presidencial en un cruce de palabras que evidenciaba precisamente lo contrario: la descoordinación entre instancias del Estado.
La novela no terminó ahí, en la segunda temporada tuvimos a la gobernadora de Cochabamba formulando una sarta de exigencias al gobierno central, con el respaldo de los municipios del departamento. La respuesta desde la delegación presidencial fue: que se ponga a trabajar, luego de que en conferencia de prensa diera la lista de acciones de apoyo del Estado.
Y el drama continúa. Las autoridades nos dieron una tercera temporada con la designación de un “director técnico” del Servicio Departamental de Salud, mediante una resolución ministerial, documento desconocido por la gobernadora que se apega a la legislación vigente sobre autonomías, que instituye su tuición para designar al director del Sedes.
Con un precintado de por medio y, ahora dos directores trabajando, la realidad es que aún no se resuelven los problemas de fondo. Y continúa la principal falencia, es decir la coordinación de acción entre instancias de los distintos niveles del Estado.
Las autoridades aseguran que existe predisposición para ello, pero no basta. Un ejemplo de todo esto es que el Sedes reportó un quinto fallecido que aún no figura en la lista del ministerio de Salud. Además, esta instancia demoró al menos una semana para contabilizar a los recuperados de Cochabamba. Y no lo quieren reconocer, pero al parecer los colores azules de los niveles departamentales y municipales se chocan con el verde del nivel central.
Entre tanto, a diario tendremos que seguir viendo en los medios las quejas del personal de salud sin los insumos de bioseguridad necesarios para trabajar, hospitales que no funcionan a su plena capacidad por falta de equipamiento o de especialistas, y una sociedad aterrada por el coronavirus. Esperemos que algún día se dé atención a los clamores de un sistema de salud que está en constante terapia intensiva y dejemos el drama para las novelas.
La autora es periodista
Columnas de LORENA AMURRIO MONTES