Virus
¿Cómo termina el libro, hecha película, La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells? Sucede cuando los tripods, después de barrer con un tercio de la población, comienzan a respirar el aire del planeta Tierra y, sin saberlo, han sentenciado su muerte. Los microbios los destruyen porque no tienen glóbulos blancos que pueden defenderlos de tal ataque de gérmenes.
El descubrimiento, por Anton van Leeuwenhoek en 1683, de ese microcosmos abre una nueva forma de entender la vida y la ciencia en pequeñas proporciones, y, por supuesto, su potencial peligro.
Doy un dato adicional. Ignaz Semmelweis fue un médico húngaro que en la década de 1850, en Viena, investigó por qué morían tantas mujeres al dar a luz. Descubrió la alta correlación entre infección e higiene. Por tanto, obligó a los médicos a usar un bañador con agua, jabón y cloro para lavarse las manos antes de atenderlas. En poco tiempo, disminuyeron los casos, pero él fue tratado de loco y su idea terminó siendo descartada porque “los médicos no eran sucios”. Mucho tiempo después recién entendieron la correlación entre las bacterias y las enfermedades.
Al respecto, debemos aprender a convivir con el coronavirus. Llevamos siglos en esta pelea permanente contra los microorganismos. Desde la famosa plaga de Justiniano, en 541 d. C., pasando por varias pestes hasta los siglos recientes, con la gripe española, Ébola, SARS, MERS, gripe aviar, VIH, H1N1 y ahora Covid 19.
En pleno año 2020, y no en el escenario de La Guerra de los Mundos, parece que el pensamiento de esa Viena del siglo XIX sigue instalado aquí, donde la politiquería, las triquiñuelas del poder, sumadas a las creencias religiosas y peor aún, los buscadores de teorías de la conspiración están terminando por mermar cualquier intento de entender, valorar y diseñar estrategias para enfrentar esta pandemia.
Resulta irónico que en plena era digital, en una sociedad de la información y las comunicaciones, el efecto Dunning Kruger –ese “sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio”– sea el verdadero virus que nos carcoma como sociedad.
Muchos hablan de un a.C./d.C., no como antes/después de Cristo, sino como antes/después del coronavirus. Estoy de acuerdo, pero no sólo como una reestructuración económica o reinvención de paradigmas laborales o educativos, sino, sobre todo, como una etapa que está filtrando todo ese puterío político que durante 20 siglos jodió a la humanidad. Se cumple otra vez la premisa de Darwin: no sobreviven los fuertes, sino quienes se adaptan al cambio.
La autora es magíster en comunicación empresarial y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER