¿Y “los culitos blancos”?
Mi suegra me ha pedido consultar al Ministerio de Relaciones Exteriores si en ese despacho se aceptan a mujeres profesionales consideradas “culitos blancos” o diplomáticamente hablando, “los/las calzón con blonda”.
Ella no tiene nariz respingada, pero se cree la tuti porque está recién llegada de Ginebra, donde no solo se graduó, sino que por su capacidad fue docente de derecho internacional. Está diplomada en Relaciones Exteriores e Internacionales, tiene maestrías en geopolítica, sociología de la dialéctica y, por si acaso, corte y confección. Habla tres idiomas además de guaraní y quechua.
Se hace “la men”, pero es excelente profesional. Medio excéntrica porque lleva tatuajes y tiene uno en su nalga que dice “Eva sí, Evo no” y a lo mejor por eso, no le dan la pega.
Ojalá pueda tener un cargo, porque eso de que el físico tenga que ver con el saber, es cosa nueva en el mundo. Es de trogloditas, porque en un mundo moderno, todos somos iguales ante la ley, ya sean ñatos, loros negros, blancos o teñidos.
Yo tengo un vecino que desde la escuela siempre fue el ñato Desiderio, querido por su forma de ser y admirado por su inteligencia y preparación. No sabe si puede postularse a algún cargo en la Cancillería donde los cargos debieran no ser políticos.
Yo tengo una nariz griega del carajo, de la que mi madre siempre estaba orgullosa. Solo que me avergonzaba cuando frente a sus amigas me pedía “mi hijo, a ver, póngase de perfil”. Hablando la verdad, mi nariz es chata y gruesa, más que nariz parece un hígado, pero tengo mis encantos.
Nunca he visto la nariz del Canciller y no sé qué tipo de nariz se requiere para ser el jefe de la diplomacia de nuestro país. Lo que sí es grave es proyectar orejas de burro para ser autoridad, aunque ese es un detalle, porque fijarse en las orejas es tan de ignorantes como fijarse en las narices para discriminar.
Mi suegra que, tiene una nariz que parece un botón, tiene una frase célebre “ante el olor; todas las narices son iguales. No importa la nariz que tengas. Lo importante es el sentido del olfato.” Esito sería.
El autor es humorista
Columnas de ADOLFO MIER RIVAS