Áñez, el símbolo del autoritarismo del MAS
La expresidenta Jeanine Áñez, encarcelada desde hace dos meses, está convirtiéndose en el símbolo del autoritarismo con el que el MAS pretende manejar el Estado, de las propias y contradictorias dinámicas internas de ese partido y, también, de la ineficiencia de un Gobierno que, seis meses después de su inauguración, no consigue manejar el timón de la nave que dirige.
Este último aspecto se evidencia en todos los discursos del Presidente. Para él, los bolivianos hemos vivido 13 años en una especie de radiante paraíso azul, hasta que el “golpe de Estado” de noviembre de 2019 hizo que el sol se esconda y sucedieran todos los descalabros imaginables. Así, los seis primeros meses de su Gobierno, comparados con los 11 del “Gobierno de facto”, son una bendición. “Vamos a salir adelante”, repite nuestro gobernante mientras mira atrás, al pasado mediato, y nos cuenta una versión distorsionada de lo que pasó como consecuencia del fraude electoral de octubre de 2019.
Para Luis Arce, el Gobierno transitorio de Jeanine Áñez es el origen de todos los males y el pretexto sempiterno para justificar, por ejemplo, el déficit fiscal que en realidad existe desde 2014, cinco años antes del “golpe”.
La expresidenta encarcelada es también el símbolo del autoritarismo del MAS, pues su apresamiento, detención preventiva, las condiciones de su encierro a pesar de su estado de salud y las acusaciones de “terrorismo, sedición y conspiración” que pesan en su contra son la expresión inequívoca del sometimiento del Poder Judicial a la voluntad del partido en función de Gobierno, cuyo Ministro de Justicia se ocupó personalmente de “armar el caso”.
Áñez es, además, el objeto de todo el odio que autoridades del Ejecutivo, asambleístas y dirigentes del MAS necesitan demostrar para asegurar su lealtad al jefe máximo de ese partido y su radicalidad absoluta. Un ejemplo de esto es el nuevo proceso iniciado contra la expresidenta por el Presidente del Senado, “como persona natural”, denunciándola por los mismos supuestos delitos que ya están incluidos en los otros cuatro juicios que enfrenta.
Nadie “puede ser juzgado más de una vez por un mismo hecho”, reclama el abogado de la expresidenta, pero eso no le importa al demandante ni a sus asesores, pues de lo que se trata es de demostrar un radicalismo total.
Finalmente, la expresidenta encarcelada es el símbolo de la mirada cuestionadora de la comunidad internacional hacia las acciones del Gobierno masista, como lo demuestra la reciente resolución del Parlamento Europeo que considera presos políticos a Áñez y sus excolaboradores, “denuncia y condena su detención arbitraria e ilegal”, y pide un proceso judicial “transparente y justo, con plena independencia, sin presión política y con pleno respeto a la división de poderes”.