Juancito Pinto
Una vez más comenzó el pago de los 200 bolivianos del bono Juancito Pinto, y este año ocurre en un ambiente agridulce. Dulce por lo ya conocido: los niños sienten que reciben un premio a su esfuerzo de asistir a clases, los padres agradecen el ingreso extra, por mínimo que sea, y el sistema educativo puede vanagloriarse de haber reducido la deserción escolar (de 1,83 por ciento del
año 2017 a 1,16 por ciento en 2023).
Y agrio porque la situación devela una realidad que el Gobierno ya no puede camuflar ni siquiera en sus discursos de la inauguración de la entrega del bono: los hidrocarburos, que antes financiaban el 100 por ciento de este beneficio y que servían como propaganda de la denominada nacionalización, están en evidente declive, sin ingresos, y, a la fecha, los 477 millones de bolivianos destinados a cubrir el bono para 2.340.000 estudiantes de todo el país están siendo financiados por 27 empresas públicas a las que se les transfirió esta responsabilidad.
Atrás quedaron los años en los que se buscaba a quién beneficiar. Sólo hay que recordar el caso del bono Juana Azurduy cuando se barajaban madres solteras o madres gestantes atendidas en el sistema público de salud. Finalmente, se decidió por esta última población.
Estos bonos, que además sirvieron de propaganda electoral, serán cada vez más difíciles de atender, considerando que las empresas públicas estatales (con honrosas excepciones) son, en su mayoría, deficitarias.
Un detalle de los bonos es que la población los concibe como derechos adquiridos, conquistas sociales que ya no se pueden eliminar, y si el Estado ya no cuenta con recursos de los hidrocarburos o de alguna otra empresa estatal, tendrá que seguir buscando de dónde.
Muchos recordarán el Bonosol instituido en la primera gestión de Sánchez de Lozada y pagado en el último año de ese Gobierno. Al calor de la campaña electoral, tanto la oposición como el oficialismo prometieron mantenerlo, pero el nuevo Gobierno (que salió de la oposición) se vio en figurillas porque no supo de dónde obtener los recursos cuando le tocó pagarlos.
¿Qué ocurriría si de repente faltaran los recursos y el Gobierno de turno decide no pagar más el Juancito Pinto? Por supuesto, lo que se espera es no llegar a estos cuadros apocalípticos, hacer votos porque se invierta en exploración y se hallen nuevas reservas de gas y desear una mejor administración de las empresas públicas para que sigan sosteniendo el pago del bono (mejorado si es posible), y, de esta manera (al margen de cualquier rédito político), que se siga estimulando el esfuerzo de los niños, que se siga apoyando a los padres en su economía y se persista en mejorar la calidad educativa del país.