Kaiser y el capital cultural
En torno a la concepción de Friedrich Hayek, que en Camino de servidumbre señala que los colectivismos triunfaban porque primero lograban instalarse hegemónicamente en el mundo de las ideas, el ensayista chileno Axel Kaiser planteó en Santa Cruz la necesidad de dar “batalla cultural”, impulsando las ideas de la libertad.
Capital cultural. Se trata de potenciar un capital cultural favorable al emprendimiento privado, a la autonomía de la sociedad civil frente al Estado y a la soberanía del individuo ante los colectivos.
Sin la acumulación de este capital cultural, se aleja en el tiempo la posibilidad de convertir al modelo económico de mercado (y cooperativismo) de Santa Cruz en el eje de un nuevo proyecto democrático boliviano. Esto no se dará de manera automática y requerirá la bisagra de una profunda lucha intelectual, con el alcance de una “masa crítica” relacionada con un cambio generacional.
Confrontación informacional. Desde un enfoque no partisano, el geopolítico François Soulard describe muy bien el campo de batalla, indicando que las sociedades latinoamericanas contemporáneas definen sus confrontaciones “haciendo un uso estratégico del espacio informacional”, “un proceso que da forma interior a las percepciones individuales y colectivas (…) un nuevo estrato de la interdependencia, agregándose a los que ya delimitaban las lógicas conflictivas (judicial, político, económico, militar)”.
No sólo el gramscismo. Kaiser apuntó correctamente al gramscismo como la matriz principal explorada por los neomarxismos latinoamericanos en la búsqueda de la hegemonía. Junto a esto, hay otros repertorios estratégicos y tácticos que también deberán ser comprendidos, si se quiere tener una visión completa y realista de los movimientos del adversario/enemigo.
Komintern, agitprop, “combinación de las formas de lucha”, milicianización, kale borroka o lucha urbana, son sólo algunos de estos repertorios, que una nueva intelectualidad comprometida con la democracia liberal debería entender para prevenirlos o desactivarlos de manera temprana. Es, por así decirlo, parte de una necesaria “defensa contra las artes oscuras”.
Continentalidad. En su “discurso motivacional” (así lo definió él), Axel Kaiser también demandó que “la revolución libertaria se extienda a toda América Latina”. Imposible no recordar las tesis del mayor exponente teórico del marxismo-leninismo en Uruguay, Rodney Arismendi, que varias décadas atrás postulaba la “revolución continental” como condición de éxito, unida después a una concepción de “democracia avanzada” donde no habría retroceso hacia las “formas burguesas”. De la fusión de estas dos ideas nacería, tiempo después, el Foro de Sao Paulo, de quien Arismendi bien puede ser considerado el abuelo.
Columnas de EMILIO MARTÍNEZ CARDONA