La Reforma de Córdoba y la universidad pública boliviana
El mundo de las universidades, ha transitado desde el pasado siglo, por un conjunto de reformas, entendidas como transformaciones estructurales para atender demandas de sentido democrático en tensión con los intereses corporativos anquilosados en la estructura universitaria.
El Manifiesto Liminar de 1918, documento central de la Reforma Universitaria de Córdoba, puso el acento en el elemento ético, movilizador de las conciencias y transformador de las prácticas. La potencia de sus reclamos, interpelaron a “los hombres libres de Sud América”. De ahí, su riqueza, su fuerza y su legado incuestionable en el presente, cuando en muchos escenarios latinoamericanos se quiere desplazar a la universidad pública.
La Reforma de Córdoba ha representado un horizonte de nuevas significaciones. Remeció los cimientos de la antigua academia, dando lugar a las libertades intelectuales, al compromiso social y a las demandas democráticas consustanciales al ser y hacer de la universidad latinoamericana. Y también reafirma la vocación y responsabilidad política de la universidad de reflejar al país.
Pensar los postulados orientadores de la Reforma de Córdoba, interroga nuestro quehacer como universidad pública con historia, pues el país se reconoce en la universidad pública boliviana y su densidad histórica, política y social representa el espíritu de Bolivia.
El Manifiesto Liminar y su visión transformadora tienen una clara orientación al cambio permanente, a la reforma como elemento consustancial de una nueva universidad de corte propio y la visión de la transformación e innovación como dinamizadores de un proyecto que expresa un sentido remozado de universidad, no ajeno a los proyectos colectivos del nuevo ser nacional. En este caso, de la nación argentina. Pero, cada universidad pública de América Latina hizo su propia lectura y asignó una representación simbólica y social en la proyección de una universidad pública inserta en la vida nacional. De todas maneras, es importante recordar, que las instituciones académicas provienen de tradiciones comunes y afrontan dificultades y problemas similares.
En síntesis, la reforma universitaria producto del Manifiesto Liminar, coloca el acento en la fuerza transformadora de los jóvenes a través de la democratización de la enseñanza, el ejercicio del pensamiento crítico, la curiosidad por conocimientos avanzados y el espíritu anticlerical. Gracias a la Reforma de Córdoba, las antiguas universidades públicas de América Latina, cambiaron sus estructuras y se transformaron en universidades abiertas, inclusivas y populares.
La Reforma Universitaria de Córdoba mostró al mundo una propuesta de imbricación de la universidad con un proyecto de país, lo que incluía la democratización universitaria y la transformación social como consustanciales en un siglo XX de ampliación de derechos. Se trató, entonces, de la presencia influyente de un actor decidor en la política nacional, la universidad pública como parte de los actores centrales del Estado-nación.
En Bolivia se reconoce a la educación como un bien público y una tarea ineludible del Estado Plurinacional tanto en su condición de proveedor, como de regulador y garante de su calidad. Si la universidad es el espejo de la sociedad, serán las instituciones universitarias, las llamadas a ser las instancias centrales de la construcción social del conocimiento y el elemento dinamizador en el proyecto de crecimiento de la nación. Por esto, es necesario ampliar los espacios de debate y de diálogo entre el Estado, los investigadores y los ciudadanos.
En todo caso, el legado reformista de Córdoba, que se proyecta en Bolivia en las universidades públicas, instala un clima democrático en la vida institucional y consagra la autonomía y el cogobierno, pero también afianza en la práctica, el compromiso con la realidad social, los procesos de democratización, ciudadanización y, lo fundamental, la importancia política de la transformación permanente de las universidades.
La autora es docente de la UMSA e internacionalista
Columnas de NELLY BALDA CABELLO