Hace 63 días, el entonces presidente peruano Pedro Castillo, con manos temblorosas y voz nerviosa, intentó un autogolpe de Estado que fracasó, pero que sirvió para destapar una caja de Pandora de la que salieron violencia, protestas y fantasmas del pasado, que han sumido al país en una crisis a todos los niveles sin luces de salida a la vista.