Las bandas de Cochabamba
Semana trágica la que vio mi ciudad. Semejante cantidad de basura acumulada, cadáveres acumulándose en las casas y en las calles, un cementerio colapsado, trabajadores infectados, gente secuestrada y amenazada. Todo es resultado de las venganzas políticas y las bajezas humanas que anidaron en Cochabamba. La Gobernadora y el representante del Defensor del Pueblo, obedientes empleados que reciben órdenes desde Buenos Aires para alimentar la tragedia. El Alcalde que ha decidido acosar a la población con un falso victimismo, que, sin duda, oculta la verdadera intención de perpetuar el señorío de dos bandas muy conocidas por sus efectos catastróficos: los comerciantes callejeros y los transportistas.
Lo peor ha ocurrido cuando han emergido dos nuevas bandas que tienen atemorizada a la ciudad: Los autoconvocados azules de K´ara K´ara (yo les llamo los KK) y sus nóveles antagonistas, los muchachos de las motos, antimasistas estos.
En medio del torbellino destructivo de la Covid-19 han aparecido unas demostraciones por demás inverosímiles. Se nota a leguas que la gobernadora de Cochabamba es parte del grupo que controla y ordena los bloqueos en el botadero de K´ara K´ara. No se ha registrado una sola acción administrativa de esta autoridad que haya impedido los bloqueos, tampoco una denuncia y menos una exhortación pública a los autoconvocados KK, para detener sus actos de amedrentamiento contra toda la población. Ha preferido repartir unas cuantas ramas de eucalipto que ejercer sus atribuciones constitucionales, valiéndole un reverendo comino los derechos humanos de los habitantes de su jurisdicción territorial. Ni siquiera debe saber que una de sus atribuciones es la de regular el medio ambiente en Cochabamba ¿Hizo algo positivo en el conflicto de K´ara K´ara? Nada.
Pedir cuentas al representante del Defensor del Pueblo en Cochabamba sobre sus gestiones para defender a la “mayoría” de la ciudadanía frente al chantaje de los bioterroristas KK, es como pedir peras al olmo. Por el contrario, parece que está para defender a los agresores, adscritos al partido político que lo empotró en el cargo, y facilitar sus demandas nefastas. Este mal servidor público está pagando sus facturas azules con un servilismo incondicional al anterior régimen. Basura y cadáveres regados por toda la ciudad no son suficiente justificativo para que las autoridades luchen para proteger a la ciudadanía. Desde la Defensoría no se conoce un sólo resultado contra los grupos de civiles violentos que anuncian enfrentamientos para descargar sus grandes frustraciones. Los derechos humanos de los bioterroristas KK gozan de mayor protección del Defensor del Pueblo, librando a su suerte los derechos del propio pueblo. Qué contrariedad.
Tampoco las autoridades han dicho algo sobre la libertad que se han arrogado unos jóvenes que en bandas han tomado las calles con sus motos, para amenazar a los bioterroristas KK, como desconociendo de modo deliberado a las fuerzas del orden. Ya no cabe duda que este escenario de confrontación civil terminará favoreciendo el plan suicida que alentó desde un principio el masismo. No es casual que los autoconvocados KK secuestren gente y servidores públicos de salubridad, con demandas que son perfectamente irracionales.
Contra esto van los chicos de las motos, sin saber siquiera que hay agentes cubanos y venezolanos mimetizados entre los KK y que quieren matarlos. Estos conatos cargados de violencia psicológica sobre la población tienen que ser repelidos por las autoridades, de lo contrario ese estado de desprotección será suplido rápidamente por estas pandillas.
Esta lucha entre bandas provocará que otras turbas entren en el juego mortal. Ya me imagino las consecuencias en efecto dominó del bloqueo a los carros cisternas que llevan agua a K´ara K´ara. Inmediatamente otras bandas azules intervendrán contra la ciudadanía y luego otras gavillas antimasistas consumarán más desorden y enfrentamiento, hasta desembocar en lo que más desea el masismo: una guerra civil. Si desde esta columna algo puedo hacer es sugerir a los líderes democráticos de la ciudad que mantengan su confianza en las fuerzas del orden para que impidan la intervención nociva de estos grupos violentos. Estamos al borde del abismo.
El autor es abogado
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC