Entre las grúas y contenedores del ajetreado puerto de Róterdam, un rebaño de vacas pasta apaciblemente en la que se autoproclama la primera granja flotante del mundo.
"Tocar para las vacas es algo así como la continuación de lo que siempre he hecho en mi carrera como solista: me apasiona llevar la música clásica fuera de las salas de conciertos", explica a la AFP Jacob Shaw, el promotor del proyecto.