Para Luis Suárez en Rusia, ¿el tercer acto traerá la redención?

Fútbol Int.
Publicado el 12/06/2018 a las 0h56

Entre todos los protagonistas convincentes y ambiciosos que han participado en la Copa del Mundo sobresale Luis Suárez. En los dos torneos anteriores, el delantero estrella de Uruguay ha logrado presentar más dramas, comedias e incluso farsas en pocas semanas que la mayoría de los teatros en un año. En ambas ocasiones mostró el talento que lo hace uno de los jugadores de élite del mundo; en ambas ocasiones ha sido expulsado a plena vista del público y perseguido por los medios indignados. La primera ocasión después de hacer trampa descaradamente; la segunda, después de morder a un oponente.

Para algunos, Suárez es un villano, acosado por un temperamento irascible y desvergonzadas actuaciones teatrales; para otros, un héroe trágicamente defectuoso cuyo ardiente deseo de ganar se ha convertido en imprudencia. Estamos a punto de ver el tercer acto en este drama de larga duración: ¿cómo responderá esta supremamente talentosa y problemática figura?

Los críticos de teatro buscamos la motivación de un personaje. Suárez representa un guerrero por la causa: amado por los fanáticos para luchar tenazmente hasta el final. Pero, como sucede a menudo en el gran drama, en la virtud acecha el vicio. En 2010 (primer acto de su actuación en la Copa Mundial),  Suárez elevó su enfoque “práctico” a nuevas y escandalosas alturas, deteniendo ilegalmente un crucial cabezazo a gol en los momentos finales de un cuarto de final.

Desterrado al banquillo, su papel como protagonista pudo haberse interpretado como un flagrante tramposo o como un héroe sacrificado, que literalmente puso su cuerpo en la línea para su equipo. Después de todo, su crimen no quedó impune: una tarjeta roja significaba que tenía que ver las secuelas desde la barrera. El oponente, Ghana, fue favorecido por un penal. Justicia poética, al parecer. Sin embargo, en un giro espectacular de la trama, el tiro penal golpeó el travesaño y no entró en la portería. ¡No terminó en gol! Las cámaras se tornaron a Suárez, quien daba saltos de alegría.

La celebración fue ampliada por su impenitente afirmación posterior al partido, donde afirmo que “hizo la mejor salvada del torneo”. La maniobre astuta, o la trampa, dependiendo de tu punto de vista, no es exactamente desconocida en el “juego bonito”, pero generalmente viene acompañada por negación o defensa. Aquí teníamos a un personaje que lo estaba admitiendo alegremente. ¿Qué hacer con una transgresión tan despreocupada? Olvidemos a Macbeth (trágicamente ambicioso), Hotspur (neciamente exaltado), Coriolano (fatalmente orgulloso), Laertes (apasionadamente leal); esto era más parecido al escandaloso chico malo Ricardo III, que se deleitaba en sus faltas. ¿Era ésta la manera de ganar un torneo de fútbol? Uruguay, menos su estrella suspendida, fue eliminada en el siguiente partido.

Entonces, llegó 2014 y el segundo acto. En una subtrama convincente, la carrera del club de Suárez lo había convertido en uno de los mejores activos de la Premier League con Liverpool. Pero una vez más combinó el fútbol sensacional con la controversia sin sentido, lo cual resultó en dos largas prohibiciones. En la víspera de la Copa en Brasil, vimos a Suárez salir dramáticamente del hospital en una silla de ruedas pocas semanas antes del estreno, y luego, de forma igualmente espectacular, luchando para recuperar el buen estado físico y desempeñar un papel clave en la derrota de Inglaterra con dos goles.

Justo cuando parecía que había dejado la capa de villano en el vestidor, hubo un clímax impactante. En el último partido de la fase de grupos contra Italia, Suárez clavó sus dientes en el hombro de un defensor. La audiencia global quedó atónita. Aunque se han cometido muchas faltas más dañinas en el terreno, hay algo tan inquietante en morder a un contrincante que desafía la comprensión. Increíblemente, ésta fue la tercera ofensa similar de Suárez.

¿Qué le afligió? La crisis al final del primer acto fue explicable, alimentada por la determinación de ganar a toda costa. La justificación para este incidente angustiante no era nada clara. La caída de Suárez fue rápida. Su impulso autodestructivo lo vio exiliado (como muchos personajes shakespearianos antes que él) de la misma actividad que tanto lo apasionaba: le prohibieron el fútbol durante cuatro meses.

Ahora el telón está a punto de alzarse para el tercer acto. Suárez ahora juega en Barcelona, formando parte de una impresionante línea delantera y es innegablemente uno de los mejores futbolistas del planeta. Ha buscado la ayuda de un terapeuta y en gran medida se ha mantenido alejado de problemas. ¿Qué traerá este último acto del drama? Las tragedias de Shakespeare ofrecen posibilidades sombrías. Esperemos, en cambio, un escenario acorde con las últimas y grandiosas obras del bardo, en las que las divisiones se curan y se logra la redención. El brillo maduro de “La tempestad” y “Cuento de invierno” en lugar de la desolación de Macbeth. Y algunos goles verdaderamente sensacionales.

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