Cuarentena: sin dinero ni alojamiento, migrantes claman ayuda
Decenas de venezolanos, argentinos y colombianos se quedaron varados en Cochabamba por la cuarentena a causa de la emergencia sanitaria por el coronavirus. Muchos estaban en tránsito hacia otros destinos, cuando los sorprendió el cierre de fronteras en Bolivia. Viven en las calles o refugios con la esperanza de que todo esto termine.
Antes de las restricciones se sustentaban con la venta de dulces, haciendo malabares o pidiendo limosna. Ahora, su situación se complicó. Las calles se vaciaron, duermen en las plazas, puentes, aceras. Deambulan en los mercados apelando, incluso de rodillas, a la solidaridad.
“Es una situación difícil: estamos en la calle, dormimos en la calle”, cuenta un migrante argentino, que llegó cinco días antes de decretarse la cuarentena. Trabajaba como malabarista y junto con su compañero reunía lo suficiente para alimentarse y pagar el alojamiento. Ahora sólo espera que “esto pase” para retornar a su país y pide ayuda a las autoridades para protegerse del nuevo virus.
Otros migrantes fueron recibidos en albergues temporales. Es el caso de 36 personas que pasan la cuarentena en el albergue Sumaj Punchay.
“Es una bendición estar aquí porque hay compatriotas nuestros que están pasando hambre, no tienen dónde dormir”, expresó un venezolano que está en Cochabamba desde enero, Homero Terán.
Explicó que la cuarentena “lo atrapó” en Cochabamba mientras se trasladaba de Pando a La Paz para renovar su permiso de estadía en el país. Una situación similar le ocurrió a Camilo Tamayo, un colombiano.
“Me agarró la cuarentena aquí”, sostuvo entre risas al recordar que tenía que viajar a La Paz, pero por la cuarentena ya no encontró buses. Lo echaron del alojamiento y llegó al albergue gracias a un amigo. “Cuando termine esta cuarentena acomodaré mis papeles para montar mi negocio, un restaurante”, dijo con ilusión.
El albergue fue de gran ayuda también para un venezolano que llegó la noche que cerraron las fronteras. Luego de largas caminatas y viajes arribó a Cochabamba. Durmió cinco días en las calles hasta que encontró el refugio. Después seguirá trabajando por sus dos hijas y su mamá que están en Venezuela. “Todo es por ellas, para ellas”, añadió.
María de los Ángeles, una colombiana que fue una de las últimas en entrar al albergue, contó, con una voz débil y con el cuerpo a punto de ceder, que la cuarentena “la atrapó” mientras estaba hospitalizada. Le diagnosticaron lupus, ahora anhela superar la situación y volver a abrazar a su hija de cuatro años.
Los migrantes pasan la cuarentena entre las calles, albergues e ilusiones, protegiéndose a su modo de la Covid-19 que ya tomó la vida de miles en el mundo.
55 albergados en el refugio. El centro Sumaj Punchay acoge a migrantes del interior del país, provincias y extranjeros. También da apoyo médico.