Una lucha en la que venció la unidad de los ciudadanos
Entre enero y abril de 2000, Cochabamba dio inicio a la mayor protesta de su historia contemporánea e inspiró a los movimientos sociales que luchan en contra de la privatización del agua. Las calles, caminos y plazas se convirtieron en las trincheras de los “guerreros del agua” que junto con la población bloquearon los accesos a la ciudad de forma espontánea para pedir la salida de la empresa Aguas del Tunari.
La ciudad se transformó 10 días para oponerse al plan privatizador impulsado por el Banco Mundial y la transnacional Bechtel que se plasmó en la contratación de Aguas del Tunari, compuesta por el consorcio Bechtel, Edison, Petricevich y Doria Medina.
El momento más álgido de la Guerra del Agua fue el domingo 2 de abril del 2000 cuando la Coordinadora de la Defensa del Agua y la Vida, creada un año antes, anunció el inicio de un bloqueo en Cochabamba.
Los pedidos eran claros: la anulación del contrato de concesión a Aguas del Tunari y la aprobación de la modificación de la Ley 2029 de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado.
El 3 de abril, la jornada con un bloqueo y paro indefinido fue tranquila. Sin embargo, los siguientes tres días marcaron la historia. El 5 de abril después de un cabildo abierto en la plaza 14 de Septiembre la población tomó por la fuerza el Comité Cívico y las instalaciones de Aguas del Tunari.
Además, pintaron letreros exigiendo la salida de la empresa transnacional. Uno de los momentos más representativos fue la quema de la bandera de Estados Unidos y el destrozo del letrero de Aguas del Tunari.
Al día siguiente, con una marcha, 1.000 personas cercaron la Prefectura, el Comando Departamental, el antes Batallón de Orden y Seguridad y la Dirección de Identificaciones.
Antes que la situación se tornara más compleja, el monseñor Tito Solari pidió a dirigentes de la coordinadora y autoridades reunirse en el Arzobispado para encaminar el diálogo, empero éste no prosperó. Lo que ocurrió fue la detención de 15 dirigentes de este movimiento.
La noche del jueves 6, la Policía dispersó a los manifestantes de la plaza principal usando gases lacrimógenos. La población empezó a sentir la escasez de alimentos y las exportaciones cayeron.
Fue cuando el prefecto Hugo Galindo mintió asegurando que se firmó el contrato de recesión con Aguas del Tunari. Esto enardeció a la gente y las autoridades declararon Estado de sitio.
La represión y mentira fueron un “error grave” que generó el viernes 7 de abril el alzamiento de varios sectores sociales para hacer respetar sus derechos. La batalla más grave fue el 8 de abril cuando militares y policías reprimieron a los manifestantes. El resultado: 22 personas heridas de bala y un muerto, Víctor Hugo Daza Argandoña de 17 años.
Esta caótica situación provocó la renuncia del Prefecto. El 9 de abril la gente derrotó el Estado de sitio, Aguas del Tunari se fue y se promulgó una ley de aguas.
Falta representación vecinal
Después de una dura batalla en la que participaron jóvenes, adultos y adultos mayores por recuperar de una empresa privada el derecho al acceso al agua como un bien indispensable e insustituible, el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado se hizo cargo del suministro del agua y el alcantarillado.
Según uno de los principales dirigentes de la movilización, Óscar Olivera, se exigió que una empresa cochabambina regule el tema del suministro del agua. A 16 años de uno de los movimientos más representativos de la historia, observó que en Semapa no existe la participación del pueblo como se había pensado a través de representantes ciudadanos.
Cambio de modelo
Los conflictos y levantamientos sociales en Bolivia durante el 2000 permitieron dar un giro al modelo neoliberal después de más de una década y media de intentos frustrados. La Guerra del Agua y los bloqueos en La Paz y otros departamentos del país se constituyen en los momentos históricos más importantes que marcaron una nueva etapa caracterizada por la participación de la sociedad en la vida política, social y económica. La lucha contra las empresas privadas en Bolivia contó con la presencia principalmente indígena que representa al menos al 70 por ciento del total de los bolivianos.
Unión del pueblo
La Guerra del Agua es la prueba más clara de lo que la unión del pueblo puede lograr cuando lucha por una causa justa como en el 2000 durante el Gobierno de Hugo Banzer Suárez y fue la muestra de la fuerza de los movimientos sociales para hacer retroceder al Gobierno. Este hecho se replicó en otros dos momentos históricos con similares características: la Guerra del Gas en 2003 mientras Gonzalo Sánchez de Lozada era presidente y tuvo que escapar del país; y el 2010 con “El Gasolinazo” con Evo Morales de presidente en el que la gente se movilizó para decir “No” y paró las medidas que se pretendían implementar.
Agenda del Agua
Después de una lucha que significó 22 heridos de bala y un muerto se vio la necesidad de generar una Agenda del Agua (ADA) en la que se propone la "convivencia con el agua" y "no vivir" de ella según el documento presentado por la Gobernación de Cochabamba. En este trabajo se plantean como principios la equidad, responsabilidad y autonomía, también fija valores como el cultivo de la diversidad, el valor de la integridad y de la comunidad a partir de reflexiones desde las raíces y en base a las prácticas sociales diferentes según los grupos sociales, pero que hasta ahora se espera su práctica y consolidación.