Trump y el retorno de los nacionalismos
¿Podrá Trump frenar la globalización? ¿Pondrá en cuestión los tratados de libre comercio? ¿Implementará políticas proteccionistas? Son preguntas difíciles de responder en estos tiempos de incertidumbre, que no hacen más que reforzarse con la victoria del candidato republicano
Con seguridad existe un gran malestar mundial, debido a la crisis que se inicia el 2008 y que difícilmente está siendo solucionada. Recordemos que ese año, centenares de miles de personas que habían comprado casas a crédito, hipotecando sus viviendas ya no pudieron honrar sus deudas y muchas de ellas perdieron sus residencias, varios bancos quebraron y la situación se escapó de las manos en numerosos países. Esta crisis ocasionó dramas familiares entre las clases medias en Estados Unidos y en otras naciones del mundo “desarrollado”.
La situación empeoró con otra crisis, esta vez de las finanzas públicas de muchos Gobiernos, especialmente aquellos de Grecia y España, que tuvieron que hacer recortes importantes en el gasto público, afectando seriamente a sus “Estados de bienestar”, particularmente en el acceso a la salud de muchos ciudadanos.
Pero la crisis del desempleo ya se presentaba, desde hace muchos años, en varias regiones de Estados Unidos y Europa. La razón es que la globalización estaba cambiando la estructura productiva global, debido a una competencia creciente entre potencias, incluida China, de manera decisiva. Las grandes empresas internacionalizaban su producción buscando territorios donde los costos salariales son más económicos. Encontraron mano de obra más barata en los países en “vías de desarrollo”. Esta realidad afectó a una fuerza de trabajo relativamente bien instalada, la clase media en los países del norte y es así que el desempleo llega a niveles nunca vistos en algunas ciudades, siendo el paradigma de la desesperanza: Detroit.
Frente a esta situación, las revueltas populares se manifestaron en muchas localidades. “Occupy Wall Street” el 2011, fue el movimiento que en Estados Unidos movilizó a miles de personas en más de 50 ciudades, denunciando el poder abusivo de las finanzas y de las empresas. Esas protestas ciudadanas, más tarde fueron canalizadas por nuevos partidos de izquierda como Syriza en Grecia o Podemos en España y por una derecha remozada, que añade al desencanto el tema migratorio, un argumento que parece da réditos a estos grupos políticos y una parte de Europa de manera preocupante se vuelve cada vez más nacionalista y racista. Así, el Brexit es una manifestación de la nueva situación mundial.
En Estados Unidos dos candidatos se convirtieron en portavoces de esas inquietudes, Trump por los Republicanos y Sanders por los Demócratas. Los dos criticaron los efectos negativos de la globalización, la pérdida de empleos industriales y los tratados de libre comercio. Sin embargo, el candidato republicano añadió a estos planteamientos soluciones poco solidarias con el resto del planeta, buscando que los Estados Unidos remedie sus problemas, aún a costa de otros países.
Cuando Sanders perdió la nominación por el partido Demócrata en favor de Hillary Clinton, el entusiasmo en las filas demócratas decayó, sobre todo entre los jóvenes y a pesar de los esfuerzos de Clinton y del apoyo de los Obama, la candidata perdió las elecciones. Fue más fuerte el voto de descontento: anti “establishment” que los sufragios en contra del nacionalismo, racismo y machismo de Trump.
Quedan algunas incógnitas para el futuro. ¿Podrá Trump frenar la globalización? ¿Pondrá en cuestión los tratados de libre comercio? ¿Implementará políticas proteccionistas? Son preguntas difíciles de responder en estos tiempos de incertidumbre, que no hace más que reforzarse con la victoria del candidato republicano.
El autor es director del CESU.
Columnas de MANUEL DE LA FUENTE