El abuso de agroquímicos y la salud
El tema, pese a lo importante que es, lamentablemente todavía no ocupa el lugar que merece en la agenda pública nacional. Es de esperar que el llamado de atención enviado a la ONU, tenga efectos en nuestro país
La presentación, el pasado martes, de un informe elaborado por dos relatores de Naciones Unidas sobre los efectos negativos que sobre la salud humana tiene el excesivo uso y abuso de plaguicidas o pesticidas y diversos agroquímicos en todo el mundo, ha tenido un impacto muy fuerte en la opinión pública internacional, en los Gobiernos y, sobre todo, entre las instituciones y empresas públicas y privadas directamente relacionadas con el negocio agroalimentario.
El revuelo causado por el documento presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de la organización internacional no es exagerado, pues contiene los resultados de un estudio que aborda el uso de plaguicidas químicos como un obstáculo para el respeto a los derechos humanos, más concretamente los relacionados con el derecho a contar con una alimentación adecuada, no escatima críticas a su uso ni a sus productores. Condena con severidad a los Gobiernos que no asumen su obligación de poner límites al uso de elementos agroquímicos y hace un reclamo perentorio para que el tema sea afrontado con el carácter de urgencia que merece.
Entre los principales argumentos en los que se sostiene el informe, está la disparidad de los criterios que se aplican en la cada vez más rigurosa legislación de los países desarrollados que contrasta con la laxitud que predomina en los países menos desarrollados. El resultado de esa doblez es que muchos productos que han sido prohibidos en los primeros son destinados masivamente a los segundos.
La lista de productos químicos que están prohibidos en sus países de origen, en toda Europa y Norteamérica, pero que son libremente exportados a Latinoamérica, África o Asia, es muy ampulosa. Y no se trata en la mayor parte de los casos de sustancias cuyos efectos nocivos sobre la salud humana sean leves, sino que en muchos casos merecen ser calificados como letales venenos. A tal punto que, según el estudio, al menos 200.000 muertes al año pueden ser directamente atribuidas a diferentes formas de envenenamiento causadas por los pesticidas.
Sin llegar a extremos fatales como la muerte, el informe da una amplia lista de enfermedades relacionadas con el abuso de agroquímicos como cáncer, alzheimer y párkinson, trastornos hormonales, desórdenes en el crecimiento y esterilidad. Los grupos más expuestos a los riesgos serían el de mujeres embarazadas y los niños, pues así como aumenta el riesgo de abortos espontáneos, partos prematuros y de malformaciones congénitas en el bebé, entre los niños se presenta mayor incidencia de desórdenes mentales y físicos durante su desarrollo.
En lo que a nuestro país corresponde, hay motivos para temer que el panorama sea aún peor que en otros países. Los datos que así lo indican son muchos, pero para dar una cabal idea de la gravedad del problema bastan los datos estadísticos acerca de la importación de plaguicidas, según los que durante los últimos años se habría multiplicado por 10.
El tema, pese a lo importante que es, lamentablemente todavía no ocupa el lugar que merece en la agenda pública nacional. Por eso, es de esperar que el llamado de atención enviado a la ONU tenga también efectos en nuestro país.