Bestiario político 2019
El término proviene del latín “bestiarum”. Manuscrito de la Edad Media (ss. XII y XIII) que contiene descripciones de los principales animales fabulosos. Su contenido reunía relatos e ilustraciones de las bestias catalogadas. Se centraba en la descripción de las criaturas que, entre otras cosas incluía verdaderas lecciones de moral.
Existían bestiarios reales y fantásticos, los primeros, eran considerados animales positivos: águilas, leones, o negativos: cerdos, serpientes. Los fantásticos simplemente eran bestias mitológicas.
Parodiando, una pizca en broma y mucho en serio, esta columna del siglo XXI contiene descripciones, sin ilustraciones, de “animales” políticos bolivianos que de fabulosos tienen poco y no sobresalen por sus cualidades extraordinarias.
Son reales, cuantitativa y cualitativamente mayor a la norma, en sentido contrario a lo virtuoso, se entiende. Algunos son positivos, la mayoría, negativos.
Este 2018 que ya va alistando maletas para marcharse al averno de los escándalos y las desgracias político masistas, todavía, terco, pretende aferrarse con uñas y dientes afilados a los torpes coletazos que el gran hermano continúa dando sin un horizonte claro ni señales de compostura, menos, con un mínimo de reflexión sobre un año bestial repleto de escándalos, corrupción, injusticias y ramas afines. Un festín sin pudores ni lamentos que promete seguir bailando los bacanales del derroche, de la infamia y la obesidad en 2019.
Y así, en medio de charcos sin culpa y descaros en abundancia, llegamos a octubre castaño oscuro que pasará, con facilidad, a un renegrido año electoral lleno de chanchadas y bestialidades de antología. Abundarán las ratas, los lagartos, las sanguijuelas, los cerdos, los leones, los chivos expiatorios y las vacas sagradas.
Los más positivos (leones) sufrirán los golpes bajos de los cerdos y las ratas. Las sanguijuelas estarán para defender sus puestos de succionadores de placer y sustancia en efectivo. Los chivos expiatorios continuarán cargando las desgracias fabricadas sobre sus espaldas. Los lagartos continuarán con sus sofismas endiablados y falsos cálculos matemáticos, desinformando la ya confusa y desinformada coyuntura política. Y las vacas sagradas, casi celestiales, seguirán creyendo que son invencibles y enviados a este mundo terrenal por alguna divinidad fabulosa. 2019 será, pues, un año marcado por el recrudecimiento de la intolerancia y la injusticia.
El concepto aristotélico del zoon politikón como creador de sociedades y organizador de vida en ciudades, se ha desvirtuado por completo en estos últimos 13 años de evismo y masismo en el poder, y se ha dado paso al lado oscuro, primario e irracional de ese, otrora, animal cívico. Han convertido su esencia creadora en un monstruo intolerante y destructor de su propio futuro. Corruptor de conciencias y quebrantador de la justicia. Han fracturado todo comportamiento ético y moral hasta llevarlo al límite de lo inconcebible.
Bolivia, en 2019, ha de enfrentar un tiempo histórico trascendental en materia social y política, pero sobre todo, estará destinada a hilar, de nueva cuenta, su abigarrada textura social y su profunda vocación por la democracia como el mejor vehículo para trascender ideas, razones, acciones y luchas. No solo será el hecho de que una vez más los bolivianos votaremos por nuestro futuro. También estará en juego el deseo de cambio y de rearticular a ese nuevo zoon politikón que será elegido desde la voluntad y la libertad. La polis organizada y su dimensión social, dice Aristóteles, ayuda a construir la base de la educación y la dimensión política coadyuva a la extensión de esa educación.
Es un flujo y reflujo constante. De la armonía, del equilibrio y de la justicia que se aplique en la polis, dependerá su bienestar y su futuro. Lo contrario a esto sería el inconformismo, el rechazo y la rebelión. Justo lo que la gran mayoría de los bolivianos sentimos hoy en día. Una repulsa hacia un gobierno que no hizo otra cosa que erosionar los valores más elementales de una sociedad, corromperlos y prostituirlos.
Evo Morales Ayma sabe que existe una gran probabilidad de perder el trono en las próximas elecciones de octubre de 2019. Aun así se aferra a una idea equivocada de hacer todo como él quiere, o sea utilizando la fuerza de la maquinaria política. Entonces si los 13 años de gestión valieron para convencerse de que la filosofía del “yo le meto nomás” funcionó sin contratiempos, ¿por qué no seguir con esa mismo método para enfrentar su última y definitiva batalla?
El candidato a la presidencia por el FRI, Carlos Mesa, ha abierto el juego preelectoral hacia las primarias y posteriores elecciones generales en una Bolivia totalmente desarticulada y caótica desde el punto de vista social y político. Por eso mismo, Mesa ya se enfrenta a una bestia indomable y legendaria: el gobierno del MAS y todo su aparato político y económico que no darán tregua en su afán de reducir a su máximo oponente para conseguir que el gran hermano cíclope continúe como dueño y señor de este país casi secuestrado por la hidra de las 1000 cabezas. El MAS sabe de juegos sucios, manipulación de la justicia y otros demonios. Lo ha demostrado con todo éxito y, 2019 no será la excepción.
En ese rubro, Evo no tiene mucho que perder. Sabe de mentiras, de demagogia y de delegar a sus huestes lo que nunca se debe decir en público, sino hacer lo que ya se acordó en privado.
¡Haz lo que digo, no lo que hago, siempre!
Pero el reto mayor de Carlos Mesa está en el blindaje que utilizará para esquivar los ‘tiros’ que reciba a diestra y siniestra. La retórica, la inteligencia, el apoyo y el discurso político los tiene, pero no así el lenguaje, las acciones indecentes y truculentas del político deformado en la escuela de la mentira y el juego sucio.
Pero llevemos este bestiario político al siguiente nivel. Uno mucho más sórdido y extremo. Juan Evo Morales y el MAS pierden las elecciones generales de 2019.
¡No me imagino lo que podría suceder! ¿Reconocerán, democrática y civilizadamente su derrota?
¿Respetarán el triunfo de su más serio y firme contrincante, Carlos Mesa u otro candidato?
¿Dejarán que solo por un día gobierne en paz este país?
¿Por cuánto tiempo permitirán que ese gobierno esté al mando del país?
Los acciones inconstitucionales, la partidocracia, la corrupción descontrolada, agresiones, insultos y tramas increíbles sucedidos a lo largo de estos 13 años de gobierno y en rigor a la vista y paciencia de Evo, son motivos suficientes para creer que lo peor está por venir. Para muestra, los hechos sucedidos hace unos días en el Chapare cuando miembros del FRI intentaban inscribir militantes: "Es como entrar a una casa de campaña que no les corresponde", dijo el cancerbero jefe de bancada del MAS en la Cámara de Diputados, David Ramos.
Imagínense semejante declaración. Ahora resulta que Evo y el MAS declararon la zona del Chapare territorio privado, “autónomo” e independiente al que no se puede ingresar así nomás. Considero, firmemente, que Evo y el MAS llegaron a un dique de contención político. Las elecciones primarias y posteriores comicios generales, podrían ser el final de la gestión de Evo como caudillo. El MAS seguirá siendo su brazo político que operará sin clemencia ni reparo alguno. Siempre fue así y, en 2019, se presentará recargado y dispuesto a todo.
El bestiario político para 2019 está alineado. Entre ratas, cerdos, leones y sanguijuelas, el escenario promete ser mucho más caótico que el de estos últimos tiempos. “De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito”, dice Julio Cortázar en “Bestiario”. Supongo que debemos estar preparados para vomitar, con frecuencia, alacranes, ratas y otras alimañas. Esta advertencia es, sin duda, “Como hacer vendas para un soldado que todavía no ha sido herido y sentir eso de grato, que se lo está aliviando desde antes, previsoramente”.
El autor es comunicador social.
Columnas de RUDDY ORELLANA V.