La lengua bífida de Linera
“Asonada de la clase media decadente”, era el título que el por entonces vicepresidente, Álvaro García Linera, le puso sin asco a un artículo publicado el 14 de enero de 2018, y de cuyas disquisiciones, no por su rigurosidad, sino por sus argumentos que tergiversaban y desvirtuaban, muy a su estilo, una realidad social objetiva y consecuente, se desprendía esa frase sabia: “según el sapo la pedrada”.
Y es que justamente el núcleo articulador de lo que venía sucediendo en su día en Bolivia, era todo lo contrario a “decadente”. Se estaba gestando un despertar de la clase media, rechazando a un Gobierno impostor y corrupto, y pidiendo renovación y alternancia a un régimen de poder coercitivo que dividía y quebraba la institucionalidad democrática paulatinamente.
Era un manifiesto ciudadano de las clases medias que reclamaban su presente y su futuro, su espacio y tiempo. Ese derecho democrático que les fue arrebatado por imposiciones y por falsos discursos de unidad y transparencia.
La posición soberbia, tergiversadora e insultante de García, se contraponía a muchos precedentes históricos y transformadores de los emergentes movimientos sociales de clase media en Latinoamérica y el mundo.
Desde las revueltas que llevaron a la reforma electoral de 1832 en Inglaterra, los grandes conflictos de 1848 que hicieron temblar a Europa y que, entre otras cosas, provocaron el derrocamiento de monarcas: Luis Felipe, rey de los franceses, entre ellos.
Así como, casi un siglo más tarde, las jornadas memorables de 1968 que, como consecuencia indiscutible, forjaron una modernización en los sistemas y gobiernos y los proyectaron hacia estructuras más cohesionadas y coparticipativas. Francia y México, fundamentalmente.
También estaba la Primavera Árabe que, con sus claroscuros, sentó un precedente importante para transformar los términos en los que se desarrollaba la política en el Medio Oriente.
Los movimientos sociales de clase media de junio de 2013 en Brasil, año y mes trascendentales para un país emergente, fueron una poderosa campanada para América Latina.
La clase media en Brasil fue el trampolín del progreso y el despegue hacia un horizonte emergente.
En 10 años, 40 millones de brasileños de clase media se habían incorporado a la fuerza productiva de ese país, pero también fue el impulsor y motor de arranque para que las calles y avenidas de muchas ciudades se llenaran de protestas, manifestaciones, reclamos pidiendo un alto a los exabruptos politiqueros y derroche de dinero del Gobierno de la entonces presidenta Dilma Rousseff.
A García Linera, siempre le repugnó la idea de que la clase media en Bolivia estaba reclamando resultados y cambios urgentes en el modo de administrar y gobernar el país.
Los movimientos ciudadanos de entonces, rechazaban la hegemonía y el verticalismo, pero, sobre todo, se rebelaban contra un devenir incierto y oscuro, sin libertades, con una democracia menoscabada y un terrible desgaste institucional.
Las clases medias, cuya esencia y fortaleza siempre estuvieron en sus fuentes laborares, profesionales y de formación, no responden a derechas ni izquierdas, sino a intereses netamente participativos y cohesivos. Esto demuestra que las transformaciones de los países y los que los encarrilaron hacia el desarrollo, fueron las clases medias, no las proletarias.
García Linera siempre gozó de una facilidad de palabra para esquematizar y describir las circunstancias como a él se le ocurriera. En su condición de vicepresidente, no desperdiciaba adjetivos e insultos para metaforizar sus mensajes, que los lanzaba así, sin mayor responsabilidad ni criterio, sobre una audiencia que, me imagino, él suponía que era amorfa, acrítica y sin la mínima capacidad de reflexión ni criterio para decidir si estaba frente a un profesor bobo o a una época en la que se vivían “paraísos terrenales” o infiernos por venir.
El lenguaje que utilizaba García Linera, respondía a una simbología fáctica, no analizaba ni discernía. Insultaba, agredía, subvertía el orden y, por lo general, desinformaba.
"Sin lucha no hay nada, sin unidad no hay nada, sin organización no hay nada. Si luchas, eres antiimperialista, anticolonialista y anticapitalista; el cielo es de vos. El cielo lo puedes conquistar, pero hay que luchar, hay que pelear con las organizaciones. Si cumples eso vas a arañar el cielo vivo, no muerto”. (Lavadero, Sarojchi y Carama, municipio de Yamparáez, Chuquisaca, en abril de 2016).
Desde la teoría de la comunicación, el receptor absolutamente pasivo e irreflexivo, no existe, hay en él una apertura considerable, consciente o inconsciente, de ser persuadido, de recibir un mensaje y codificarlo para obtener una conclusión básica y desde ese punto asumir una actitud acertada o errónea.
Ese era el punto exacto al que siempre apuntaba Linera. A una masa que concluía en presupuestos elementales altamente permeables, motivados por una voz de mando que se jerarquizaba a sí mismo pero que, pese a esa categoría, utilizaba términos y costumbres arraigados frente a lo que Ortega y Gasset llama “el hombre masa”, ese que no está al mismo nivel de sí mismo, el que se encuentra a mitad de camino, entre el ignorante y el sabio, que cree saber y no sabe, y el que no sabe lo que debería saber.
La permeabilidad de esa masa a la que se dirigía García, siempre que podía, era peligrosa. Primero, porque se lo condenaba, de facto, a un contexto manipulado y alterado con una gran dosis de desinformación.
Primero, para él, nada importaban las palabras y el orden de los conceptos, lo fundamental era difundir un mensaje poderoso que desestabilizase el orden y cambie el rumbo de las ideas.
Segundo, porque esa permeabilidad no era sinónimo de estupidez, sino de desinformación y deformación, entonces sus discursos provocaban un eficaz doble efecto: agudizaba más su desinformación y deformaba el contexto coyuntural.
Tercero, porque ese universo al que Linera se dirigía, por lo general era de niños y adolescentes, esto, obviamente, provocaba una distorsión en sus aprendizajes y cultivaba sentimientos negativos que con facilidad se convertían en discriminatorios y excluyentes.
En el municipio de Arbieto, Cochabamba (23 de agosto de 2015) dijo: “Los que venden a los extranjeros, los que han regalado nuestro gas, los que han regalado nuestras tierras, los que han regalado nuestra electricidad, los que han regalado nuestra agua, nuestros minerales, esos se llaman vendepatrias; y esos vendepatrias, toda la plata de Bolivia lo entregaban a los gringos y no había Juancito Pinto (…) esos vendepatrias son Doria Medina y Sánchez de Lozada”.
Otro linerazo. Ante alumnos de la unidad educativa de Viliroco, La Paz. (25 de noviembre de 2015). “Papá, mamá, no lo abandones al presidente Evo, no lo dejes solo. No lo abandonen, el presidente Evo si tiene apoyo construye colegios, si no tiene apoyo regresarán los gringos, regresarán los vendepatrias, regresarán los asesinos y a las wawas les van a quitar todo y no va a haber destino. Va a haber llanto y el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”.
"En todas partes estamos con problemas de agua, en todo Bolivia estamos con problemas de agua, el clima está cambiando, la Pachamama otra clase está, está distinta la Pachamama, ya no llega la lluvia cuando debería llegar, es otro tiempo, entonces hay que prepararse para ese tiempo mis hermanos".
La política populista es el arte de hacer creer que lo malo que está ocurriendo es producto de fuerzas malignas que pretenden derrocar a las benignas del régimen, y quién no esté con el régimen, pasa, gentilmente u obligado, a engrosar las filas del averno, así fue siempre durante los 14 años del evismo y de su fogonero, García Linera.
Otro esfuerzo retórico del exvicepresidente, y de su Gobierno de entonces, era dejar bien claro y a toda hora que el “proceso de cambio” tenía enemigos naturales y sobrenaturales. Había que combatirlos sin medida ni clemencia. En buenas cuentas, el fin siempre justificaba los medios.
Las libertades son únicas, insoslayables e imprescriptibles. La democracia es un ejercicio cotidiano e ininterrumpido. En Bolivia, el pluralismo que tanto pregonaban el cocalero Evo Morales y su monaguillo no consiguió afianzarse jamás.
Hace días, y como si se tratase de una cigarra ponzoñosa que rompe el suelo, como los muertos vivientes, y sale de su tumba. García Linera irrumpió con su MAS reciente hit: “Hay que agarrarlos del cuello a los empresarios. Me das tus dólares o te quito tu empresa”, sentenció el “matemático”, como lo llamó el recordado Pajla, Xavier Albó. ¡Vaya frase más subversiva!
Linera, Linera ¿Qué estás pretendiendo?
El autor es comunicador social
Columnas de RUDDY ORELLANA V.