Brexit en suspenso
A pocos días de la fecha (29 de marzo 2019) en la cual el brexit tendría que entrar en vigencia, los acuerdos de “divorcio” negociados entre la Unión Europea y el gobierno de Teresa May no encuentran aprobación del Parlamento Británico. Es más, el portavoz del Parlamento, John Bercow se opuso a que sean votados de nuevo, por tercera vez. Bercow se ha referido a una jurisprudencia de 1604 que prohíbe el voto sobre una propuesta idéntica y que ya fue masivamente rechazada. Teresa May parece convencida de que puede ganar el tercer voto haciendo presión sobre los diputados, repitiendo, que si su propuesta no es aceptada, el brexit que ellos han prometido a sus electores, sería postergado de forma indefinida o abandonado, a lo mejor.
¿Cuales son los puntos importantes del acuerdo sobre el brexit que fueron tan difíciles de aceptar para el Parlamento Británico: frontera con Irlanda, periodo de transición, ciudadanos residentes fuera de su país, factura a pagar por el Reino Unido?
El punto más difícil parece ser el de la frontera entre las dos Irlandas. Se trata de evitar el regreso de la frontera física entre la provincia británica de la Irlanda del Norte y el país miembro de la UE, la República de Irlanda a fin de respetar los acuerdos de paz en Belfast, firmados hace 20 años y sin que el Reino Unido tendría que dejar el mercado interno y la unión aduanera europea. La solución, por cierto transitoria, consistiría en crear un territorio aduanero único entre la UE y el Reino Unido. Esta configuración permitiría proteger el mercado interno británico y asegurar un acceso sin obstáculos de las mercancías de Irlanda del Norte hacia el resto del mercado británico. Irlanda del Norte se quedaría alineada sobre un número limitado de reglas del mercado único “esenciales para evitar una frontera dura” por ejemplo normas sanitarias para los controles veterinarios o las concernientes los impuestos al valor agregado.
En otro orden de cosas durante el periodo de transición (hasta el 31 diciembre 2020) el Reino Unido se abstendría de participar en las instituciones y agencias de la UE, pero su acceso al mercado único, unión aduanera y las políticas europeas no cambiaría. Los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido (3,2 millones) y los británicos establecidos en estados miembros de la UE (1,2 millones) podrían continuar su vida en el país de residencia. Finalmente, el Reino Unido se comprometió a pagar a la UE sus compromisos financieros adeudados que son estimados en 40 a 45 miles de millones de euros.
A solicitud del gobierno británico, los 27 países miembros de la Unión han aceptado, el jueves recién pasado, una prórroga, pero solo hasta 12 de abril (nuevo voto en el Parlamento) o más bien hasta 22 de mayo (brexit). Las fechas son importantes porque los europeos no quieren que el tema influya en las elecciones para el Parlamento Europeo previstas para el 26 de mayo.
Se dice que la sociedad británica en su conjunto está cansada de sus políticos tercos y que parece expresar cierto sentimiento de nostalgia y remordimiento por haber votado en favor del brexit. En algunas ocasiones se habla incluso de repetir esta votación esperando que los resultados sean diferentes. El llamado por un nuevo referendo se dejó oír con fuerza el sábado recién pasado. Frente a la incapacidad de los políticos de resolver el empate, en una de las manifestaciones más grandes en la historia de la Gran Bretaña, una muchedumbre estimada en más de un millón de personas ha marchado pacíficamente por el centro de Londres para pedir que los parlamentarios autoricen un nuevo referendo sobre el brexit. La marcha organizada bajo el eslogan “Póngalo al pueblo” tomó lugar en medio de las llamadas por la dimisión de la primera ministra May.
¿Sería demasiado tarde para dar vuelta atrás?
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI