¡Auxilio! Por los árboles de la Uyuni y alrededores
En 2017, el Gobierno Municipal de Cercado publicó el Plan Maestro de Forestación y Reforestación para el municipio de Cochabamba, cuyo diagnóstico sobre la cobertura arbórea de la ciudad arrojó estos terribles datos:
1. "El municipio de Cochabamba tiene una superficie arbórea de 357,40 has y su superficie urbana asciende a 13.854,44 has. En términos porcentuales la cobertura arbórea representa el 2,58% de la superficie urbana, lo que muestra que la ciudad atraviesa por un alarmante déficit de vegetación arbórea" (cita textual del documento mencionado).
2. La densidad media de árboles por calle es 0,031 árboles/m de calle, lo que significa que hay tres árboles cada 100 metros lineales.
3. Triste cobertura arbórea por subalcaldías: Subalcaldía Tunari: 4%. Subalcaldía Itocta: 1%. Subalcaldía Molle: 3% (paradójico nombre con esa cifra). Subalcaldía Valle Hermoso: 2% (otro paradójico nombre). Subalcaldía Alejo Calatayud: 1%. Subalcaldía Adela Zamudio: 6%.
4. El 42,94% del suelo tiene revestimiento artificial, constituido por superficies impermeables: edificaciones, calles asfaltadas, distribuidores, etc., lo que genera sofocantes "islas de calor".
En ese sentido, es lógico y obvio preguntarse:
¿Hasta cuándo los gobiernos de nuestros pelados y calcinantes municipios continuarán con la insensatez de sacrificar árboles y áreas verdes para priorizar la construcción de más infraestructuras de cemento en contextos patéticos como el descrito?
En la ciudad más contaminada de Bolivia y una de las más contaminadas de América Latina, ¿no es escandalosamente contradictorio que se proponga retirar una cuarentena de árboles de uno de los pocos corredores verdes que se conservan en la ciudad y que se afecten y reduzcan ciclovías y sitios peatonales para levantar nada más y nada menos que un distribuidor vehicular?
¿Es sensato sacrificar árboles, áreas verdes, espacios de ciclistas y peatones para beneplácito de un parque automotor desmedido y que es una de las principales causas de la contaminación de la urbe?
¿Hasta cuándo el resto de ciudadanos/as de Cochabamba debemos sacrificar el oxígeno, la sombra, el agua que traen los árboles, debemos ofrendar la calidad de vida y la salud para comodidad del sedentarismo motorizado y del negocio del concreto?
¿Esperan que sigamos aceptando callados y sumisos semejante situación?
¡De una vez por todas se tiene que comprender que, en las condiciones de Cochabamba, cada que arrancan un árbol y cada que eliminan un área verde, nos arrebatan vida, salud, bienestar!
Hace años que algunos ciudadanos/as nos vemos obligados a librar una cruzada cotidiana en Cochabamba, nos encontramos en la necesidad de incidir porque no nos resignamos a sobrevivir entre el calcinante cemento, la basura, el aire viciado, la sequía, la enfermedad y la muerte. Cuesta creer que el intento de preservar la vida de entes tan dulces como los árboles, imprescindibles y pacíficos seres que prestan beneficios ambientales insustituibles y únicos, sea motivo de dura batalla, de salir a las calles a mendigar por la escasa flora que queda en pie, de soportar abuso de poder. ¡Quién hubiera imaginado la ardua lucha política que implica, simplemente, el abogar por árboles en un contexto como el boliviano!
Con justa razón, reclamamos por los incendios de la Chiquitanía, Amazonía y por otros desastres y delitos ambientales que abundan en Bolivia. Muchos ciudadanos/as igualmente expresamos la admiración por los árboles y otras maravillas naturales características de Cochabamba. Entonces, ¿por qué cuesta actuar frente a lo que sucede en nuestras narices, respecto a lo que ocurre en nuestra zona inmediata de alcance, es decir, la ciudad? ¿Qué esperamos para resguardar y preservar lo poco que perdura de la cantada “ciudad jardín”?
La autora es socióloga
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA