Y la justicia masista la condenó
Cuando Evo Morales se convirtió en presidente de Bolivia, la Constitución del país no permitía una reelección inmediata; ésta era una medida saludable para evitar entornillamientos en el poder, pero tenía la desventaja de eventualmente ser un período demasiado corto, sobre todo cuando sólo eran cuatro años. Cuando se promulgó la nueva Constitución, la reelección por una vez fue incluida y en el año 15, cuando el entonces presidente ya había cumplido con dos mandatos, siguiendo el ejemplo del poco presentable ex presidente/dictador Alberto Fujimori, Morales postuló para un tercer período, algo que era claramente ilegal, pero que fue aceptado porque las condiciones del país eran propensas a ese tipo de ilegalidades; el presidente con mucho orgullo decía con respecto a las leyes que él le metía nomás, aunque fuese algo delictivo, y pedía que sus abogados solucionasen el entuerto.
En el año 16, Morales y los suyos,, envalentonados con el éxito en la ya ilegal reelección, creyeron que había llegado el momento de dar el zarpazo final a lo que quedaba de democracia formal en la Constitución y se lanzaron al famoso referéndum del 21 de febrero, pero el tiro les salió por la culata, porque en el camino se pusieron en evidencia algunas serias debilidades del Jilliri Irpiri, quien demostró ser un mal padre, tener una relación sexual o amorosa con una menor de edad y representar un sistema de poder tan secante, que la joven del estupro, ya adulta y empoderada, pudo hacer de las suyas sólo esgrimiendo una supuesta o real relación con el primer mandatario.
Perder el 21-F fue un golpe duro, del que Morales se recuperó metiéndole nomás, tomando “resoluciones contra la Constitución” y las leyes y por tanto haciendo “incumplimiento de deberes”, puesto que el deber principal de un presidente es cumplir y hacer cumplir la Constitución.
La señora Jeanine Áñez acaba de ser condenada a 10 años de cárcel, porque de acuerdo con los jueces que la condenaron habría tomado resoluciones contra la Constitución y no hubiera cumplido con sus deberes, algo que además es claramente rebatible.
Me pregunto si Germán Ramos, Marco Antonio Vargas y Liz Avilez, los jueces que acaban de condenar a Áñez, han podido dormir con tranquilidad la noche del viernes y la de ayer, porque la condena que han emitido es absolutamente injusta, porque ellos han incumplido con sus deberes y se han sometido a los poderosos del momento, que son los mismos que quisieron quedarse en el poder para siempre y que violaron la Constitución, y alguito de conciencia tal vez aún conserven.
El gobierno de la señora Áñez fue muy malo, aunque era muy difícil tener un buen gobierno en plena pandemia, y con un parlamento opositor; su ministro de interior era un tipo impresentable y es posible que se hubieran dado delitos durante su mandato, pero específicamente en este caso, en este juicio, simplemente se ha condenado a la expresidenta por unos delitos no sólo que ella no cometió, sino que fueron cometidos por el jefe del partido político que promovió esta acción judicial.
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ