La primera vacunación
En los días previos y posteriores a la fundación de Bolivia, Antonio José de Sucre era un hombre tremendamente ocupado. Su voluminosa correspondencia, mayor que la de Bolívar en aquel tiempo, demuestra que quien llevó el mayor peso en la organización del país fue él. Entre sus múltiples ocupaciones destaca un hecho llamativo para tiempos de pandemia, como el presente: ordenó una vacunación.
Aun en contra de la voluntad de Bolívar, el Mariscal de Ayacucho posibilitó que los diputados de las provincias de Charcas se reunieran en Sucre para deliberar sobre su destino, ya que no habían decidido si seguirían bajo la dependencia de Buenos Aires o bien se someterían al Perú. Como todos sabemos, la asamblea de esos diputados decidió fundar un nuevo país, “un Estado soberano é independiente de todas las naciones, tanto del viejo como del nuevo mundo”, que llevaría el nombre del Libertador, homenaje más que suficiente para inclinarlo a su favor.
Bolívar no sólo aceptó el surgimiento del nuevo Estado, sino que se puso a trabajar arduamente para su organización, pero la mayoría de las tareas en ese sentido fueron encomendadas a Sucre. Y los documentos demuestran que, a su vez, Sucre delegó algunas de esas tareas a hombres como William Miller.
Pero, aunque delegaba muchas tareas, Sucre trabajaba duro. Tan sólo el 4 de agosto de 1825 emitió 13 cartas, una cantidad que no fue precisamente la más alta en un solo día. La mayoría de sus ocupaciones eran económicas. Como el realista Pedro Antonio de Olañeta había saqueado Potosí a tiempo de huir, Sucre no pudo utilizar los recursos que esperaba para cubrir los gastos de transporte, sueldos y estadía del ejército colombiano y tuvo que disponer pagos en forma de tributos para ese fin. Entre sus otras preocupaciones estaba la intención de Salta de tomar Tarija por la fuerza y la fundación de colegios de ciencias y artes.
En medio de todas esas ocupaciones, una circular emitida el 27 de agosto llama la atención, porque es, prácticamente una orden de vacunación.
Como se puede ver en su texto, el circular fue emitido para los presidentes, o prefectos, de cuatro de los cinco departamentos del nuevo Estado. No incluyó al de La Paz probablemente porque el mando de ese territorio no estaba del todo decidido, pues había sido encomendado a José Ruiz de Sorzano, pero no como presidente, sino como gobernador político. Otra de las razones de la exclusión puso ser que la circular fue emitida precisamente en La Paz, así que la inmunización pudo ser ejecutada de manera directa, sin mediar instrucción escrita.
Para 1825, las vacunas todavía no se habían popularizado, pues no llevaban ni 30 años de haberse experimentado por primera vez. Por eso sorprende que Sucre haya conseguido “un poco de fluido” cuya “inoculación y propagación” fue ordenada de manera expresa. Hasta aquel año, las enfermedades representaban altas tasas de mortalidad y muchas eran conocidas como pestes. Por el año, se trató de la primera, o por lo menos el primer intento de vacunación en nuestra historia.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA