Modos de vivir y justicia
Durante los regímenes de facto, el gobierno de turno fácilmente decretaba las manidas “renovaciones judiciales” declarando cesantes los cargos judiciales y designando a sus sustitutos de acuerdo con su arbitrio, pero algunas veces se producían hechos curiosos como el siguiente.
Si bien no existía independencia judicial en cuanto al nombramiento de magistrados y jueces, impuesto el “orden” por la violencia bruta y aniquilada la acción política civil, el Gobierno cometía el error, en muchas ocasiones, de designar a hombres de vasta sapiencia jurídica, cultura de lujo, gran dignidad personal y probidad a toda prueba, dándose el hecho de que en la instancia en la que el dictador o gobernante autoritario les exigía obrar contra lo justo, preferían muchos de ellos dejar el cargo y sufrir los rigores de la represalia antes que someterse a los caprichos del gobernante torpe e ignaro.
El ilustre iusfilósofo (filósofo del derecho positivo) y constitucionalista argentino Juan Bautista Alberdi, en 1852, describió el modo de vida en los tiempos de la república que condicionaba el ejercicio de la magistratura:
“La América de hace 30 años sólo miró la libertad y la independencia (...) El comercio, el bienestar material se presentaban como bienes destituidos de brillo. La pobreza y sobriedad eran realzadas como virtudes dignas de imitación (…) se oponían con orgullo a las ricas telas de Europa los tejidos grotescos de nuestros campesinos. El lujo era mirado de mal ojo y considerado como escollo de la moral y de la libertad pública”.
Solo así alcanzamos a comprender la causa por la que, en tiempos pasados, dignos magistrados de esa época terminaron sus días en la más solemne pobreza y soledad y aún en la cárcel.
Hay indicadores que establecen que no siempre hubo corrupción en el sistema judicial boliviano ni en el latinoamericano, y era así no solo por la moral intrínseca de cada persona, sino por un orden de valores y un modo de vivir distintos al de nuestro tiempo.
Entonces, hablando de justicia habrá que preguntarnos, ¿cuál es el orden de valores y el modo de vivir existentes en nuestro medio?, ¿actualmente existen esos personajes de antaño con sapiencia jurídica, cultura de lujo, gran dignidad personal y probidad a toda prueba?
O, si se quiere, hoy ¿a quiénes se denomina “notables”? y ¿quiénes son éstos? y ¿dónde están? y ¿quiénes son los sumos sacerdotes de la moral pública que declaran notable a un individuo?
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA