La dependencia política
Se ha hecho costumbre que las observaciones, apreciaciones y conclusiones sobre la actividad política se realicen sólo a través de la política doméstica como si resolviéramos nuestros problemas internos con total independencia, cuando en realidad son poderes externos los que en última instancia definen nuestra situación.
Hace falta que con franqueza se realicen también enfoques a la luz de la geopolítica y no solamente de la política interna.
Se maneja el tema de las próximas elecciones como si los partidos, organizaciones o frentes políticos se movieran por decisión propia, espejismo fortalecido por la puesta en escena de escandaletes judiciales interpartidarios de olor nauseabundo intercalados con torpes y hasta tontas maniobras del Tribunal Supremo Electoral, Tribunal Constitucional, Parlamento, Ejecutivo y Judicial, cuando en realidad subrepticiamente y en última instancia son estados ajenos o fuerzas internacionales los que imponen el tipo de conducta política que se debe adoptar.
Dichas organizaciones internacionales son conocidas, tales como el Grupo de Puebla integrado por representantes de la “izquierda” política latinoamericana y algunos países de Europa; el Foro de Sau Paulo; el BRICS; o por otro lado El G7 o Grupo de los Siete conformado por estados industrializados que adoptan decisiones globales; el Foro de Davos que es la conjunción de líderes políticos, personajes empresariales mundiales y de otro género; sin dejar de tomar en cuenta a corrientes mundiales relacionadas con el lavado de la globalización financierista, etc., etc.
Por primera vez, hace unos cuantos días, escuché a un analista político expresar -superficialmente- que el entuerto de quién o quiénes irán a ser los candidatos presidenciales, será resuelto respondiendo a órdenes de poderes radicados fuera de Bolivia.
El realizar este tipo de aseveraciones, correctas por objetivas, obliga a ingresar en el campo de la geopolítica para determinar el entramado de dichas fuerzas externas que se inmiscuyen en asuntos internos del país y que determinan -en última instancia- quién o quiénes serán los próximos gobernantes de Bolivia, siendo evidente que dejan que internamente compitan aspirantes ansiosos de capturar el gobierno dando la impresión de que todo se resuelve entre bolivianos, de tal manera que mediante las elecciones manipuladas y obligatorias los ciudadanos creen que ellos son los que eligen a “sus” mandatarios.
Por lo señalado los análisis al respecto no deberían quedar únicamente en el plano político doméstico y para que esté claro el aspecto geopolítico -de dependencia- damos sólo un ejemplo muy genérico.
A través de los medios de comunicación se rompen la cabeza con la irrupción de un misterioso precandidato mudo y sordo llamado Andrónico Rodríguez y mejor que en un juego de adivinanzas se tejen mil y una hipótesis sobre su candidatura, como si tal asunto tuviera que resolverse en Bolivia, en el Chapare o en las mentadas “organizaciones sociales”, cuando en nuestras narices, abandonando sus funciones parlamentarias, el señalado personaje viaja a España para “engalanar” un aniversario más del partido político español Podemos, con el que los ciudadanos bolivianos nada tienen que ver, pero es en esos ámbitos extranacionales, donde se trazan líneas determinantes para asuntos internos de Bolivia.
El señalado es un simple ejemplo, existe toda una cadena internacional donde intervienen multitud de factores del poder mundial en circunstancias en las que están ríspidamente enfrentados dos gigantescos poderes, los “globalistas” por un lado, representados fundamentalmente por los mil y mil veces ultramillonarios frente a los denominados “soberanistas” de contenido nacionalista como Trump y Musk dentro de un mundo tripolar representado por los Estados Unidos, Rusia y China que luchan geopolíticamente, palmo a palmo, por la distribución del globo terráqueo.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA