
BAJO EL MOLLE
No era luna llena, era cuarto menguante, pero la puerta de Emergencias de Maternidad de la Caja Nacional de Salud (CNS) estaba repleta. Las mujeres embarazadas esperaban varias horas con dolores de parto para ingresar solas por última vez. Luego de cinco horas (mentalmente fueron como 10), ingresé a un mundo paralelo.
El 18 de enero de este año, Cochabamba encendió la televisión o entró a los portales de periódicos y se encontró con una noticia recurrente en nuestra ciudad, la avenida Petrolera estaba bloqueada por los antivacunas-autoconvocados. Con un pequeño ápice de esperanza creímos que la Policía iría a desbloquear, preservando “el derecho a la libre transitabilidad” como ellos mismos argumentan cada que gasifican o retiran a quienes intenten hacer lo mismo en el centro o el norte de la ciudad.
“Generación de cristal” es la denominación favorita de los adultos a los millennials y centennials. Se refiere a la fácil ofensa de los jóvenes por cosas que puedan ir en contra de sus ideas. Soy millennial y muchas veces consideré que esa frase se aplicaba más a los adolescentes que a mi generación, pero las reacciones que vi a los dichos del papa Francisco me dejaron callada.
Faltan solo dos meses para que se cumplan dos años desde la llegada de la pandemia a Bolivia. ¿Qué hemos aprendido en este tiempo? Parece que nada, o muy poco. ¿Qué se ha develado? Demasiado: un sistema de salud demasiado básico, incapaz de atender las necesidades sanitarias de la población, por falta de personal, recursos y voluntad. Lo ocurrido estas últimas dos semanas ha rebasado la capacidad del Gobierno. Mientras las decisiones tomadas, solo empeoraron las cosas.
Bolivia es un país con enorme riqueza cultural, sin duda alguna. Tiene maravillosas joyas arquitectónicas preincaicas, incaicas, coloniales, entre otras, pero muchas de ellas corren una suerte de olvido. A 76 kilómetros de la ciudad de La Paz se encuentra una de ellas, a la que dan importancia solo en fechas específicas, como una bandera de ocasión.
Uno de los servicios que explotó en la pandemia fue el de delívery, principalmente para la comida. Y algo tan oportuno que llegó para quedarse; al punto que no hay casi nadie en Cochabamba que no lo haya utilizado. Sin embargo, su proliferación en las calles y la necesidad de llegar a tiempo con la comida caliente han convertido cada envío en una carrera sin normas.
A inicios de esta semana, mi mamá me habló de una famosa actriz española, Verónica Forqué, que se había quitado la vida a sus 66 años. En Instagram no tardó en aparecer la noticia y me llamó la atención una serie de reflexiones que hicieron algunos periodistas que escuché. “Al día se suicidan al menos 10 personas en España y es necesario hablar del tema”, dijo una de ellas.
Bolivia se encuentra en la cuarta ola de la pandemia de Covid-19, indican las autoridades y medios de comunicación. En efecto, las cifras superaron los umbrales de seguridad y comenzaron a salir las autoridades a dar recomendaciones hipócritas y lejos del cumplimiento. Su mirada está puesta en esa “juventud desenfrenada” que se va de fiesta. Y se hace la vista gorda de las aglomeraciones políticas.
La lógica, en estas circunstancias, resulta muy básica. Si el cielo está nublado, es muy probable que llueva. Entre noviembre y marzo tenemos la típica temporada de lluvias en todo el país. Entonces, si estamos en diciembre y el cielo se nubla, no hay que ser un genio para saber todos los desastres que pueden ocurrir.
Sin embargo, la lógica parece no funcionar para nuestras autoridades ni para muchísimos ciudadanos que encuentran altamente placentero la estúpida práctica de botar sus residuos sólidos en las torrenteras.
“Bolivia está polarizada” es la frase que cada día escuchamos en los medios de comunicación, de parte de analistas que con mucho tino observan y analizan el comportamiento de la ciudadanía y los políticos. Sin embargo, de nada sirve haber encontrado el problema, porque estamos ante unos “líderes” y una mentalidad ciudadana que está lejos de querer resolver esta situación, pues, al contrario, parece que encuentran placer metiendo más leña al fuego.