
INTERFAZ
A nadie debe quedarle duda, a estas alturas del enfrentamiento político y mediático entre evistas y arcistas —y viceversa—, que la hegemonía del MAS, ese potente motor que movió todas las medidas estructurales, pero también todas las acciones tiránicas, por cerca de dos décadas, pasará a la historia como ejemplo de que puede ser virtuosa si está preñada de contenidos transformadores y perniciosa, cuando se la utiliza para buscar el poder por el poder.
Las y los periodistas somos esos seres extraños a los que nos fascina escribir la historia del país todos los días. Somos narradores de la realidad, guardianes de la verdad, especialistas en dar voz a la comunidad. En un país tan polarizado como el nuestro, enfrentamos presiones políticas y económicas de uno y otro lado, pero nuestra pasión por la libertad de expresión y la justicia es tan potente que nos impulsa a librar todas las batallas que se presenten en el camino.
La gran pelea entre evistas y arcistas o la madre de las batallas en el MAS ha comenzado a dilucidarse con el congreso nacional evista en Lauca Ñ. Evo Morales está dando pasos significativos para conseguir el doble objetivo interno: retener la sigla de la organización política mediante su reelección como presidente del instrumento partidario y quedar mejor situado de cara a la candidatura presidencial de 2025.
La autoproclamación de Evo Morales como candidato a la presidencia del país en 2025 y el desconocimiento del Pacto de Unidad arcista al congreso nacional del MAS evista, en Lauca Ñ, activaron el domingo 24 y lunes 25 de septiembre la gran pelea, la batalla decisiva, el round definitorio entre las facciones en abierta pugna política por el poder en Bolivia.
¿Qué tienen en común los gobernadores Luis Fernando Camacho y Johnny Mamani, además de estar presos en el departamento de La Paz, a cientos de kilómetros de sus regiones? Por primera vez desde que asumieron como máximas autoridades de los departamentos de Santa Cruz y Potosí no estarán presentes en las efemérides este 24 de septiembre y próximo el 10 de noviembre.
La gente mira al Gobierno de Luis Arce y lo que ve es corrupción generalizada, protección al narcotráfico y crisis económica. Coinciden en eso encuestas reservadas encargadas por el Ejecutivo y estudios estadísticos elaborados para el consumo del gran público.
Una encuesta reciente, de alcance nacional, realizada por Diagnosis, da cuenta de esas manchas en la administración de Arce. Los resultados sirven para entender el porqué de las últimas acciones gubernamentales en temáticas catalogadas como aspectos negativos.
Transcurrido un mes de búsqueda dentro y fuera de Bolivia, en una gigantesca operación que ha conseguido el concurso de las policías de países vecinos, queda claro que el narco de las tres identidades y de las múltiples actividades no es un aventurero que llegó a territorio boliviano para probar suerte en el negocio ilícito del narcotráfico.
La astucia de la que se ufanaba, aquella que le sirvió para ganarse la confianza de sus jefes y escalar posiciones en casi tres décadas, no había sido ilimitada. Siempre hizo más de lo que le pedían. Así navegó con viento a favor por las aguas de los gobiernos neoliberales, del régimen de Evo Morales y, por supuesto, de la administración de Luis Arce.
F altan dos meses para la realización de uno o dos congresos nacionales del MAS. Las acusaciones cruzadas de narcoprotección, corrupción, traición y manejo fracasado de la economía, y los anuncios de demandas penales con advertencias de movilizaciones como respuesta pueden escalar a otro nivel en la pugna masista, a uno en el que mande la violencia política.
El presidente Luis Arce ha iniciado públicamente la cuenta regresiva hacia la celebración del bicentenario de la fundación de la República con su discurso del 6 de agosto en la Casa de la Libertad. Afirmó que se viene para el país la “segunda y definitiva independencia”. Dejó entrever que será encarada, salvo contingencias, con el equipo ministerial que, en su mayoría, está con él desde hace dos años y nueve meses.