Claves para vivir una maternidad sin culpas
Considerada por la sociedad como la tarea más importante que cumple la mujer, la maternidad muchas veces se concibe como un sacrificio abnegado que es excluyente a otros roles que permiten a una mujer vivir plenamente.
La psicóloga Verónica Trigo contextualiza que la noción de maternidad ha cambiado a lo largo de la historia, llegando a transformaciones sustanciales en la época postmoderna, con los derechos de la mujer y la resignificación de los conceptos sobre la feminidad, procreación, crianza, familia, amor y autorrealización, entre otros.
“El ejercicio de la libertad de elección de las mujeres se ve obstaculizado por la presión social que sigue ejerciendo el sistema de valores, creencias y prácticas patriarcales, que sitúa a la mujer en el espacio privado y la aleja del público, al asociar las funciones de cuidado y crianza de los hijos exclusivamente a la mujer, con una errónea justificación biológica”, subraya la experta. Agrega que estas fuerzas polarizadas influyen en la definición que las mujeres tienen de sí mismas y las ponen en una contradicción identitaria (sienten que deben elegir ser madre o mujer), generando culpabilidad, disociación, sacrificio, resignación o aceptando toda la responsabilidad en las dos esferas.
La psicóloga indica que, de acuerdo a CEPAL, en Latinoamérica, el número de hogares monoparentales ha crecido, con una sola persona adulta a cargo del hogar, principalmente liderados por mujeres, que enfrentan grandes dificultades para combinar el trabajo doméstico con las actividades remuneradas.
“Debemos entender que el conflicto entre la vida laboral y familiar no es problema de las mujeres, es de toda la sociedad”, enfatiza.
MATERNIDADES, EN PLURAL
La psicóloga clínica Cecilia Ondarza indica que la maternidad responde siempre a una realidad subjetiva, particular, propia e inherente a cada persona. “Por eso, no podemos hablar de la maternidad, sino de las maternidades, tan diversas como madres en el mundo”, enfatiza.
Explica que la maternidad es un acto subjetivo que responde a un deseo propio. Por otro lado, indica que el hijo es también un sujeto, no es un objeto pasivo, por lo tanto, establece con la madre un vínculo transferencial que marca una diferencia. “Por eso, la maternidad no es única o universal, incluso en una misma madre ella puede ver que es diferente con cada hijo”, reflexiona la experta.
Ondarza expone que ser madre puede ser fruto de un deseo decidido, una contingencia o en otros casos por responder a un imperativo social (“a tu edad ya deberías ser madre”, “cuidado después ya no puedas tener hijos”, etc.). “Como fuera, ninguna de estas situaciones es mejor o peor, simplemente repercute en la vida subjetiva de cada uno y delimita una historia diferente”, agrega.
Subraya que lo importante es asumir esa decisión y hacerse responsable sin dejar en desamparo al hijo. Diferencia que el desamparo no se refiere sólo a cubrir necesidades de cuidado al hijo, sino, sobre todo, a sostenerlo y reconocerlo afectivamente.
Se puede dar el caso también que la madre, cuando ya el hijo se puede valer por sí mismo, puede encontrar realización más allá de la maternidad. “Eso es sano no sólo para ella, sino también para el propio hijo, ya que ese límite permitirá una sana relación y consentirá a ambos tener una vida propia más allá de una relación simbiótica y ‘fagocitante’”, remarca.
La psicóloga clínica menciona también como importante la relación del hijo con otros espacios como la escuela, ya que permitirá a éste darse cuenta que existen otros referentes de autoridad (como los maestros) y un mundo más allá del hogar. Aconseja a las madres, por el bien de sus hij@s, reconocer y respetar esos otros referentes de autoridad, por ejemplo, durante las clases virtuales.
Concluye que no importa cómo una ha sido madre: por un deseo decidido, por responder a un mandato socio cultural o por una contingencia, cualquiera fuera el caso, recomienda que es importante repensar que:
1. La maternidad es un constructo subjetivo y personal, no hay bueno ni malo.
2. Hacerse responsable y no dejar en desamparo a ese hij@, cual fuera la situación de una.
3. Lograr hacerse cargo sin culpa, para también realizarse en otros ámbitos y no sólo en la maternidad…para no fagocitarse el uno al otro.
4. Aceptar que el hijo reconozca y respete otros referentes de autoridad más allá de su núcleo familiar y se proyecte a otros entornos.
5. Establecer límites, para que los hijos, como la madre, puedan desarrollarse sanamente en otras esferas personales.
Trigo acota que es importante respetar las distintas maternidades. “Es necesario que las propias mujeres, los hombres y las familias respeten las distintas formas de educar, sin juzgar, siempre en el marco del respeto a la infancia y la familia”, destaca la experta. Es así que menciona que criar con leche materna o con fórmula, hacer o no colecho con el niño, no son de por sí la clave para una crianza respetuosa y con apego.
La psicóloga adiciona que se necesitan nuevos modelos de maternidad, paternidad, feminidad, masculinidad y trabajo con un enfoque que promueva la igualdad de género. Además, recuerda que es importante agradecer a la persona que cuida de los hijos (sean los padres, familiares o cuidadores remunerados). Tomar consciencia que el cuidado de los hijos cansa física y emocionalmente.
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¿QUÉ MÁS SE PUEDE HACER?
A continuación, Trigo propone algunas claves para vivir una maternidad plena y sin culpas:
- CORRESPONSABILIDAD: “Necesitamos hogares en los que tanto padre como madre compartan las responsabilidades del cuidado de los niños, del hogar y de los ancianos. La paternidad implicada es beneficiosa para el crecimiento equilibrado de la familia y de una sociedad en igualdad de género”, señala.
- CONCILIACIÓN: Para Trigo, es posible conciliar la vida familiar y laboral si existen políticas y recursos sociales y laborales que permitan a los padres de familia ejercer los distintos roles de manera óptima, con la ayuda de estructuras, horarios y dinámicas que tomen en cuenta que los trabajadores tienen responsabilidades en el hogar.
- TRIBU: “Los responsables del cuidado y crianza de los niños deben ser los padres. La red social no debe ser para delegar las funciones que competen a los padres, sino para complementar y enriquecer”, dice la psicoterapeuta individual, de pareja, familia, niños y adolescentes. Menciona que los abuelos, tíos, primos y los grupos de apoyo pueden ser fuente de contención, conocimiento, crecimiento y apoyo.
- FUNCIONES PARENTALES: Sea que las madres o padres trabajen o no necesitan conocer las necesidades que tienen sus hijos y satisfacerlas de manera personal y sin delegar. Trigo menciona las siguientes: 1. Vinculares y de apego: imprescindible para una crianza saludable emocionalmente. Generar conexión, desde el cuidado, el juego, la demostración de afecto. 2. Educativas: no sólo en el colegio, sino en cuanto a sus emociones, sexualidad, nutrición, ser buen vecino, respetar la ecología, los valores, etc. 3. Protección: a través de la alimentación, el acceso a la salud y proporcionar un ambiente de seguridad física y emocional. 4. Reflexión: propiciar espacios de diálogo que promuevan la consciencia y el análisis sobre asuntos intrapersonales, sociales, cotidianos y trascendentales. Recomienda que, si los padres no viven con los hijos por migración o divorcio, busquen alternativas creativas para generar espacios en conjunto, donde se cumplan las distintas funciones (rituales, juegos a distancia, etc.).
- PROYECTO DE VIDA: “Con consciencia e intención, apuntando al equilibrio entre los distintos roles, definiendo las prioridades, sin sobrecargarse en ninguna área. Tomar en cuenta que la calidad de vida no sólo está vinculada a lo material, sino principalmente a lo emocional”, enfatiza Trigo. Añade que para que el proyecto sea saludable emocionalmente para todos es imprescindible que incluya tiempo de calidad y cantidad con los hijos.
- AUTOCUIDADO: La psicóloga asegura que no se puede cumplir función alguna de manera óptima sin cuidar de uno mismo de manera integral. “El primer signo de amor es el cuidado. El primer signo de autoestima es el autocuidado. Una madre sin autoestima no puede proveer bienestar auténtico a la familia”, destaca.
- EVITAR EL SÍNDROME DE WENDY (de Peterpan): Trigo expone que esta condición se da de manera frecuente en muchas mujeres, quienes han sido educadas asociando el amor al sacrificio y estructuran su identidad en relación al cuidado del otro. Suelen sentir culpabilidad constante por no poder satisfacer las necesidades de los otros y encuentran insuficientes sus esfuerzos. “El amor está relacionado al cuidado, pero también a respetar la autonomía y promover la independencia. Los niños no necesitan padres perfectos, sino padres presentes con la intención activa de cuidarlos con respeto y apego”, apunta la experta.