Los hijos de Putin
Joyitas doradas, oscuras y tenebrosas que cuelgan del cuello de Vladímir Vladímirovich Putin, el abogado, político y presidente de la Federación Rusa que, en buenas cuentas, ya es desde el pasado 12 de septiembre el gobernante más antiguo de Rusia desde el dictador Joseph Stalin (“hombre de acero”) y sobrevuela, sin empacho ni alharaca, sobre la cabeza y el puesto que Leonid Brezhnev ostentaba con sus 18 años y un mes en el poder.
Putin está "condenado" a un cuarto mandato, aseguran sin asco ni descaro, expertos y políticos rusos. Esta afirmación ya hace temblar los corazones democráticos de buena parte de los rusos que sienten que algo huele mal.
En 2000, Putin fue nombrado como presidente interino de Rusia. En marzo del mismo año fue elegido presidente en primera vuelta con un 52,94%, cuatro años después fue reelegido también en primera vuelta con el 71% de los votos. En el período entre 2008 y 2012 fue nombrado primer ministro y en marzo de 2012 volvió a ganar las elecciones presidenciales tras obtener el 63,6% de los votos. Putin asumió el 7 de mayo su tercer mandato, 2012-2018, esta vez, de acuerdo con la reforma constitucional, por seis años y con posibilidad de ser reelegido por otros tantos.
¿No les parece familiar esta receta?
Para el mundo, Putin está entre esa linde de James Bond que se sabe todas las artes de la política corrupta, las marciales incluidas y el lado más oscuro y brutal del Gulag o, cuando menos, de los de Stalin y Brezhnev que claramente no eran democráticos, Putin, para muchos, roza el rostro y la mano de un gobierno peligroso y autoritario, que, en teoría se muestra democrático.
"El que molesta a Putin, desaparece", dijo Lord Bell, tras la muerte de Boris Berezovsky, su amigo, un magnate ruso que formó parte de un círculo de multimillonarios que murieron sospechosamente desde que Putin llegó a la presidencia.
Scot Young, Alexander Perepilichnyy, Badri Patarkatsishvili, Yuri Golubev, Stephen Moss, Stephen Curtis, Paul Castle, Robbie Curtis y Johnny Elichaoff, son los nombres que engrosan la lista de muertos que misteriosamente se (los) despidieron de este mundo. Puesto en perspectiva. Los 18 años de Putin en el poder, también sirvieron para hablar de millones. Estas son las cifras.
El periódico independiente Novaya Gazeta revela que el círculo íntimo de Putin ha amasado unos 24 mil millones de dólares en hechos de corrupción vinculados a la obra pública y los contratos de explotación de recursos naturales.
La fortuna personal de Putin se calcula en 200 mil millones, en las estimaciones más altas, y varios de su colaboradores han aparecido en las hojas amarillentas de Panama Papers por lavado de activos que roza los 2 mil millones de dólares, según reporta el periódico Moscow Times.
Novaya Gazeta publicó su estimado en base a un informe del Proyecto de Reporte de Corrupción y Crimen Organizado (OCCRP, en inglés), un grupo de investigadores, medios y centros que monitorean hechos ilícitos en Europa del Este, Asia Central y Centroamérica.
La investigación del OCCRP indica que Roldguin y otras dos figuras cercanas a Putin serían testaferros del presidente que no pueden justificar las vastas fortunas que amasan. (Infobae)
La familia es también importante para el mandatario. Sus hijas Katerina Tikhonova y Maria Putina ocupan cargos importantes en el gobierno y sus esposos manejan empresas ligadas al Estado, mientras que el primo de Putin, Igor, formó parte del esquema de lavado develado por Novaya Gazeta.
De pronto y para sorpresa del mundo y Estados Unidos, Putin, desde hace varios años, decidió abonar terreno fértil en Latinoamérica. “Vamos a profundizar nuestras relaciones con Sudamérica”, dijo el gran hermano. El Tío Sam era reemplazado por el padre Putin, un yudoka que lo sabe todo y es amigo entrañable de “todos y todas”. Sedujo al extinto comandante Hugo Chávez, al dictador Maduro, a la expresidenta, Cristina de Kirchner, a Fidel y Raúl, aunque este amorío, Cuba-Rusia, data de hace décadas. A Humala de Perú. A Daniel Ortega de Nicaragua y, por supuesto, a Evo Morales, presidente de esta variopinta Bolivia que, dicho sea de paso, tendrá el placer de recibir a papá Putin, presumo, con honores, el próximo 24 de noviembre, con motivo del IV Foro de Países Exportadores de Gas. Una gran oportunidad para comparar cuadernos y cotejar estrategias. Evaluar los índices bursátiles, comerciales, consultar manuales sobre dictablanda y perpetuidad en el poder y dialogar sobre los últimos escándalos de corrupción al estilo boliviano, claro, nada comparados con los del maestro, digo yo.
En tiempos de penas y glorias pírricas del socialismo del siglo XXI, nació una fascinación por Putin. La putinitis se constituía entonces en la regla a seguir, sus mandatos fueron capitalizados por los presidentes de turno en Sudamérica y su forma personal de manejar las riendas de un país se convirtieron en estimulantes poderosos hacia un orgasmo político y supremo que rompiera el dedo amenazador del Tío Sam.
En análisis meridiano, el blanco esencial, concordado, implícitamente, entre el gobierno de Putin y los tristemente célebres líderes bolivarianos, era el de irritar a Estados Unidos y eclipsar el entorno político. Por su puesto que en medio estaba la mentada unipolaridad que Putin instaba a romper reiteradamente: “El modelo unipolar no sólo es inadmisible para el mundo contemporáneo, sino que es imposible”.
Estaba claro que el BRICS era un poderoso aliñador de la multipolaridad.
En 2014, cuando Putin visitó Argentina, con motivo de una gira por varios países de Latinoamérica, Cristina Kirchner se desdobló en elogios y vivas hacia el gran camarada: "Los rusos y argentinos tenemos posiciones semejantes y visiones muy cercanas". En la cena de honor ofrecida por Cristina, de la que también formaron parte José Mujica, Evo Morales, y Nicolás Maduro, la señora de Kirchner calificó a Putin como "un ejemplo digno de imitar" por otros líderes mundiales. Aunque, afuera, en plaza de Mayo, un puñado de exiliados ucranianos gritara: "¡Crimea es Ucrania!"
Bolivia se ha convertido en los últimos años en la ficha esencial para consolidar esa multipolaridad que Putin demanda. La puerta de entrada a Sudamérica está en Bolivia y los ejes fundamentales giran entorno a un par de temas específicos y públicos: defensa, armamento, energía y más. Especulo que ese “MAS” debe estar relacionado con el aprendizaje, corrupción, pretensiones y estratégicas varias para atornillarse a la silla del poder eternamente. En rigor, si no resucita Stalin, ni hay levantamiento bolchevique, Putin, va en 2018 hacia su cuarto mandato. Tovarich Evo Morales, si es que no se produce el fin del mundo, “ni el sol se va, ni la luna se esconde”, también lo hará en 2019.
El autor es comunicador social
Columnas de RUDDY ORELLANA V.