Tripartito: territorio compartido y mar con soberanía
Desde 2013, que comenzó la historia que involucró a chilenos y bolivianos en la Corte Internacional de La Haya cuando decidimos demandar a Chile por incumplimiento de sus reiteradas propuestas de negociar con nosotros una posible salida soberana al Pacífico, ahora estamos a pocos días de que este juicio termine por resolverse con el dictamen del fallo el 1 de octubre próximo.
Seguramente vendrán una serie de declaraciones de ambos lados para no mostrarse derrotados, sino todo lo contrario. Ese momento de fiesta y declaraciones públicas tendrá una fecha muy corta de vencimiento, lo que realmente urge pensar es el tiempo que viene el realidad después del 1 de octubre.
Intentando pensar en un escenario de negociación de buena fe, una de las muchas posibilidades que se pongan en la mesa debería tener el componente de utilidad política y comercial. Es decir, algo que no refleje solamente un intercambio en especies entre las partes.
Ahí es donde me parece podríamos dar una señal en la región. Primero, les propongo mirar hacia la Unión Europea como un ejemplo de proceso de integración en el que se comparten la administración de las fronteras entre Estados. A contra ruta de la tendencia “trumpista” de levantar muros y preferir negociaciones bilaterales haciendo agonizar el multilateralismo.
Una vez visto que razonablemente es posible hacer en lo práctico la idea de compartir fronteras, les propongo mirar un momento en el mapa de la región y buscar un pueblo llamado “Tripartito” que se encuentra justamente en un punto en el que convergen en lo fronterizo Bolivia, Chile y Perú.
El valor del impacto político y la utilidad comercial, en la posibilidad de construir una carretera que pase por este punto y roce la línea fronteriza entre Chile y Perú para que termine desembocando en un puerto más próximo del Pacífico, pienso que es lo suficientemente importante y efectivo como para plantearlo como una alternativa que pueda satisfacer a todas las partes. Incluso teniendo en mente la posibilidad de que el tren bioceánico tenga como una de sus rutas este paso.
La vertebración caminera y ferroviaria usando esta ruta podría terminar por cerrar esta herida abierta que tenemos entre chilenos y bolivianos, de la que Perú sigue siendo un actor determinante a la hora de tomar decisiones estratégicas. De hecho si recordamos existen gabinetes binacionales entre Perú y Chile, y entre Bolivia y Perú, ya va siendo hora que nos sentemos los tres países y hagamos un gabinete trinacional que considere esta posibilidad en la que todos tengan la responsabilidad por la administración adecuada y soberana de esa ruta.
Si me permiten la analogía, las heridas históricas abiertas pueden ser cerradas abriendo brechas camineras que contengan criterios contundentes de utilidad política-histórica y comercial. Tripartito (Perú), Sicuani (Bolivia), y Visviri (Chile) pueden ser el inicio de un capítulo distinto en la historia regional.
El autor es politólogo y docente universitario
Columnas de MARCELO AREQUIPA AZURDUY