Pacto con el diablo
Gracias Evo, anteayer con voz alta y clara dijiste que el Presidente de los Empresarios (CEPB) te “ofreció apoyo antes de ser derrocado”. Algunos empresarios de base estábamos seguros de que nuestra entidad matriz había perdido su entidad, otros sospechaban que hace unos 14 años un tono azul había teñido su accionar y otros creían que el miedo y la anomia habían tocado las puertas de nuestra institución, más allá de la conveniencia o del oportunismo de algunos directivos que sin identidad aprovechaban la Confederación como su centro de negocios o relacionamiento con ministros y autoridades.
Es que intentar mezclar el agua y el aceite no es posible, el aceite vegetal no se disuelve en el agua porque es una sustancia no polar, el agua es una sustancia polar, ambas son muy distintas entre sí y en general no se mezclan. Basta con apreciar el desastre que quedó en la COB cuando esta se mezcló con el masismo.
El empresario tiene, en cualquier sociedad, el rol productivo, de comercio, de iniciativa, de inversión, de empleo y de crecimiento y su entidad matriz, por mandato estatutario, debe preservar esa función. Sin embargo, la actividad empresarial no se desarrolla en una burbuja. Los indicadores de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF), muestran que la competitividad es una construcción conjunta de gobierno, empresa y sociedad. Sin competitividad genuina no hay desarrollo sostenible, por más que la economía muestre signos de bonanza. Clara evidencia de ello es que, en 2019, Bolivia obtuvo el lugar 107 de 141 países, el penúltimo en Sudamérica, sólo por encima de Venezuela (133), mientras Chile estuvo en el lugar 33.
Para el WEF, en Bolivia falló la institucionalidad, el sistema de contrapesos, la independencia judicial, el desempeño del sector público, los derechos de propiedad, la credibilidad de la Policía, del sistema regulatorio, las distorsiones de impuestos y subsidios en la competencia y en general la eficiencia del sistema estatal. Entonces, ¿dónde estaba la palabra del empresario que debería defender su ambiente de negocios?
Efectivamente el empresario no debe hacer política partidaria, pero tampoco debe ser mudo cuando se deteriora su país y las instituciones. Mantener silencio cuando se considera derecho humano la reelección, cuando se hace fraude, cuando la justicia se coopta, cuando se conculcan las libertades individuales, cuando se crean más de 30 empresas estatales casi todas con fines de pérdida y cuando los recursos del Estado se van al negociado, a la corrupción y no a la salud es ser cómplice o tener un pacto con el diablo, es “ofrecer tu alma a cambio de favores diabólicos poderosos”, entre ellos las riquezas o el poder.
El diablo, como buen diablo, te traicionará tarde o temprano y entonces desaparecerá tu pacto y te echará en cara lo que hiciste por él y te llegará el descrédito, el desprestigio y al final, por haber traicionado tus principios, la deshonra. Queda entonces que para reparar lo que hiciste entregues tu cabeza a tus pares y que tu alma se vaya con el diablo, castigo por haber servido a dos amos, como decía Teófilo de Adana siglos atrás.
El autor fue vicepresidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia
Columnas de ÓSCAR F. AGUILAR O.