No será un proceso eleccionario común
Con la medida dictada por el Gobierno transitorio en relación a la pandemia del coronavirus de ingresar a la fase de posconfinamiento, con su aditamento de tener una vigilancia comunitaria, sin que signifique en ningún momento disminuir la responsabilidad personal de usar barbijos y respetar el distanciamiento social, se abrió la tranquera, lo que era obvio, para que irrumpa la campaña política electoral a solo seis semanas de las elecciones generales.
Eso nos lleva a pensar que, tal y como están las cosas actualmente, no va a ser un proceso eleccionario común, eso por muchas circunstancias. Y, apena reconocerlo, no se vislumbran actitudes positivas, de construcción y de mejoramiento para el verdadero objetivo de todo proceso eleccionario que es la condición de vida del pueblo boliviano.
Desgranando esas circunstancias, empecemos por la mediocridad de los candidatos aspirantes a manejar los destinos del país; cada uno de ellos cree ser la mejor opción para gobernar a los bolivianos, sin siquiera hacer conocer qué proponen y mucho menos, pensar que si se unen habría seguridad de que en el futuro se podrá trabajar en serio y con responsabilidad en reconstruir a una Bolivia destrozada y que sigue sin poder salir del subdesarrollo en el que los políticos de siempre la tienen enterrada.
Sus mediocres programas de gobierno, que ya los conocemos y no van a cambiar en estos próximos poco más de 40 días, no profundizan en aspectos tan primordiales como crear un sistema de salud, más aún ahora aprovechando la tremenda experiencia que la pandemia nos ha presentado; construir la nueva educación, acorde a la época actual, que permita a los estudiantes en todos sus niveles a salir de la mediocridad en la que los tienen apretados desde el nacimiento de la república, porque no existe una política educacional seria y responsable y estamos viendo a diario, que se sigue con la improvisación y así se seguirá independientemente del candidato que se elija.
En materia económica, a pesar de los cantos de sirena superficiales que mencionan los candidatos, no existe ninguna propuesta seria y formal sobre cómo se podrá cambiar el modelo económico de Estado, heredado e impuesto por el proceso de cambio y que a todas luces ha fracasado. Incluso, un partido político propone crear un impuesto a las entidades productivas, un impuesto cuya recaudación se destinaría para la reactivación económica: más de lo mismo y ningún candidato tiene la capacidad de responder con contundencia semejantes atrocidades.
Ningún candidato propone seriamente cómo se va a encarar la reactivación económica. Una situación en la que, además de las consecuencias de la pandemia, también seguimos pagando la ineficiencia e incapacidad de los gobiernos anteriores cuyas políticas económicas nunca fueron exitosas.
Y por si fuera poco lo mencionado, se agrava el riesgo de que los del proceso de cambio muevan grupos de electores sin importar si podrían contagiarse o no, lo único que les interesa es que voten y, al frente, con tanta dispersión de candidaturas, no veo que ninguno genere la suficiente esperanza para tomar los recaudos que correspondan y asistir a votar.
No será un proceso eleccionario común y quedan seis semanas de recorrido para ver si hay cambios o seguimos en lo mismo.
El autor es abogado
Columnas de FERNANDO RODRIGUEZ MENDOZA