Cero emisiones netas en 2050
La meta de cero emisiones netas de dióxido de carbon (CO₂) a la atmosfera hasta 2050 –que es parte de los acuerdos de Paris de 2015 para limitar la elevación de la temperatura en 1,5°C–, ha empezado a concretarse. Si bien están analizando vías para alcanzarla, no se tienen respuestas a todas las interrogantes porque el mundo de la energía es cada vez más complejo. Sin embargo, la IEA (International Energy Agency), acaba de proponer una ruta para llegar a este objetivo.
La IEA fue creada en 1974 como reacción de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) al embargo petrolero de 1973 y estableció, entre otras cosas, la formación de reservas para asegurar la provisión de petróleo. Ahora, en un giro radical, proyecta la seguridad energética con la generación de recursos no contaminantes, limitando e incluso prohibiendo nuevos proyectos de combustibles fósiles.
Esta anhelada meta, que significa cambiar el sistema energético mundial, no se alcanzará solo con un cambio de la matriz energética, sino con transformaciones técnicas y sociales profundas de los modos de producir, de las modalidades de transporte y de las formas de consumo de energía. Si bien el mundo en general está de acuerdo en que el cambio climático es causado por el calentamiento global originado en la emisión de grandes cantidades de gases contaminantes, los cambios requeridos para revertir esta devastadora situación todavía no son comprendidos por los gobiernos, menos por la población y solo un reducido número de países en vías desarrollo han elaborado planes para enfrentar la transición energética. Los países desarrollados ya tienen planes en ejecución. Es el caso de EEUU donde el presidente Biden ha planteado, en su plan de modernización de la red de energía, la meta de producir un 100% de electricidad libre de carbón hasta el año 2035.
La propuesta de la IEA viene, además, acompañada de acciones para alcanzar la meta planteada por la ONU en sentido de que todo el mundo tenga acceso a la energía hasta el año 2030. A pesar de la incorporación de más consumidores al mercado, eso no significará un mayor consumo de energía. Al contrario, la demanda de energía al 2050 se habrá reducido en 8% debido a la mayor eficiencia energética y al cambio de los hábitos del consumidor. Este cambio es parte fundamental de la propuesta porque significará transformaciones en el medio y los modos de transporte, en el acondicionamiento habitacional y en la disposición de los deshechos.
El impacto de los cambios en inversiones y costos ha sido estimado por la IEA mediante modelos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la proyección del crecimiento del PIB mundial ha sido estimada también con métodos del FMI. Las inversiones necesarias en energía deberán expandirse de los dos trillones de dólares (2T$us) invertidos en promedio los últimos cinco años, a 5 T$us hasta el año 2030, para luego bajar a 4,5 T$us el año 2045. Estas grandes inversiones provendrán de redireccionar los capitales hacia fuentes y tecnologías de energías limpias. La mayor parte del incremento de inversiones será de fuentes privadas a ser movilizadas por políticas públicas de incentivos, regulaciones apropiadas, reformas de los sistemas fiscales impositivos y motivados por los menores costos de producción de la energía limpia. El financiamiento gubernamental directo se efectuará en infraestructura y apoyo financiero a la innovación tecnológica en proyectos que se encuentran ya en la fase de prototipos.
La IEA asume que la economía mundial crecerá el año 2021 a un nivel igual al de la precrisis pandémica y a partir de 2022 el crecimiento de la economía mundial se mantendrá cerca de los niveles prepandemia, es decir alrededor de 3% anual. Bajo estos parámetros, la economía mundial será 45% más grande que el año 2020 y el año 2050 será más del doble. El mayor crecimiento económico se habrá desacoplado definitivamente del mayor consumo energético gracias al uso eficiente de la energía y a la participación ciudadana comprometida con el cuidado del medio ambiente. Esto se logrará mediante el desarrollo tecnológico de los procesos industriales, produciendo los mismos bienes con menor energía, mayores rendimientos y cambio de hábitos en los sistemas de refrigeración, calefacción, transporte y otros.
La meta del Acuerdo de París ha sido calificada como muy ambiciosa por diferentes entidades y publicaciones especializadas (v.g.The Economist) y es cierto que el financiamiento de las enormes inversiones requeridas no tiene fuente en la ruta trazada por la IEA, punto débil pero crucial en la propuesta, y que ha motivado un segundo documento de financiamiento de la transición para las economías de países en vías de desarrollo.
El autor es ingeniero químico y petroquímico
Columnas de HUGO DEL GRANADO COSIO