El diálogo vale mucho y no cuesta nada
En las últimas semanas el presidente del Estado, Luis Arce, ha sostenido una serie de reuniones con instituciones muy importantes como los gobiernos municipales, el Consejo Nacional Autonómico, las universidades públicas y el Comité Cívico de Potosí. Al margen de los temas y los acuerdos alcanzados, estos encuentros muestran señales de un cambio en la forma de tratar asuntos relevantes para el país, ya que luego de casi dos años, el gobierno nacional se abre a sostener encuentros con actores de la sociedad, más allá de la consideración política. Constituye además un avance importante porque incorpora el diálogo como un instrumento idóneo para conocer, entender y atender las propuestas de quienes también construyen Bolivia. Es de esperarse que esta práctica se mantenga en el tiempo y que abarque por fin a sectores económicos y productivos, que hoy sostienen, casi en solitario, una batalla desigual contra una crisis persistente que mina las bases de su propia estructura y que no puede resolverse sin una comunicación efectiva y eficiente con el Estado.
No hay país en el continente que no haya recurrido al diálogo público-privado, para encontrar soluciones conjuntas en este momento de tanta incertidumbre y polarización. En Argentina, por ejemplo, el presidente Alberto Fernández participa regularmente del Consejo Económico y Social, una instancia consultiva que reúne a trabajadores, empresarios y académicos. En abril pasado, en la Asamblea Anual de la Mediana Empresa, ese mandatario decía a los asistentes “Tengan la certeza de que están con un gobierno que quiere asociarse a cada uno de ustedes. Que sabe que si ustedes crecen, crece el trabajo, y la Argentina va a lograr una mejor condición hacia el futuro. Estoy convencido de que si, una vez y por todas en Argentina, nos sentamos a dialogar todo va a ser más fácil”.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, en el más reciente Encuentro Nacional de la Empresa, una especie de congreso empresarial, en el que participó como orador principal, afirmó a los asistentes “queremos fomentar un crecimiento económico basado en estimular la inversión: para eso se requieren reglas claras y seguridad jurídica, certidumbre. En esta tarea la alianza público-privada será fundamental. Tanto los privados, como particularmente las empresas, existen en una sociedad que construimos entre todos”.
El mandatario de Perú, Pedro Castillo, el pasado 8 de julio, tras su reunión de trabajo con la Sociedad Nacional de Industrias, en la que analizaron ocho propuestas de los empresarios para dinamizar la economía, afirmó que su gobierno sigue apostando por la inversión privada como pieza fundamental de la economía.
Incluso el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, que antes de su posesión ha sostenido reuniones con importantes grupos empresariales, reafirmó su voluntad de diálogo con todos los sectores para discutir un Plan de Desarrollo participativo e incluyente.
Han sido muchas las veces que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha reunido con los sectores empresariales de su país. En el encuentro con el Consejo Coordinador Empresarial Mexicano, realizado en enero pasado, donde se trató la colaboración entre el sector público y privado para lograr la reactivación de la economía, el mandatario afirmó “les agradezco por su apoyo en el desarrollo del país. No podríamos sacar adelante a México sin la participación de los empresarios, de los pequeños, de los medianos y de los grandes”.
Los gobernantes prefieren el diálogo con la ciudadanía porque fortalece su legitimidad, facilita la gobernabilidad y es el ejercicio más importante de la democracia. Al reconocer el derecho de todos los sectores a expresar su opinión, acrecienta la confianza pública y facilita la capacidad de resolver conflictos en forma pacífica. Su valor ético y su potencial constructivo lo convierten en el medio más idóneo para lograr consensos que viabilicen la solución de problemas, la construcción de políticas consistentes y acuerdos duraderos.
Por ello, el diálogo todavía ausente, entre el Gobierno nacional y la institucionalidad empresarial es urgente, justo e importante. Hay muchos temas nodales que se deben tratar, como el contrabando, la inseguridad jurídica y los avasallamientos, la biotecnología, el empleo digno, el apoyo a la industria nacional, la inversión privada, la política salarial, entre otros. Hay propuestas, argumentos y demandas, pero ante todo hay voluntad de los empresarios para dialogar y plantear caminos de solución.
El diálogo con el empresariado materializaría además el anuncio del presidente Arce que, en su posesión el 8 de noviembre de 2020, señaló que “nuestra patria hoy más que nunca requiere esfuerzo y movilización sincronizada entre la sociedad civil y todos los órganos del Estado, entre el sector público y el sector privado”.
Columnas de RONALD NOSTAS ARDAYA