Tarija festeja su efeméride
Hoy, 15 de abril, es la fiesta cívica de Tarija que conmemora el 206 aniversario de la batalla de La Tablada, en la que los “montoneros” comandados por Eustaquio Méndez derrotaron al Ejército realista, iniciando así un proceso que aún no concluye en pos de dos objetivos que para los tarijeños siempre fueron complementarios: la preservación de su propia identidad y autonomía, y su pertenencia a una unidad mayor que por voluntad de sus habitantes es Bolivia y no Argentina.
Este año, como ya es habitual desde hace por lo menos una década, la fecha de su aniversario cívico encuentra a Tarija sin hallar la mejor manera de lidiar con una paradójica situación. Es que, si bien es el departamento de Bolivia que más se benefició durante los años del auge del precio del gas, es también el que más dificultades ha tenido para ampliar la base de su economía, lo que lo condena a ser también el más vulnerable a los efectos negativos del fin de la bonanza.
Paradójicamente, y precisamente por lo extraordinaria que fue la riqueza que súbitamente comenzó a fluir gracias al alza de los precios del gas, hoy Tarija tiene muchos motivos para ver con preocupación el futuro.
Y lo es porque ese departamento es una especie de síntesis a pequeña escala de lo que ocurre cuando el dinero fácil no es bien administrado.
Quienes durante los nueve años de precios elevados del gas 2005-2014 tuvieron en sus manos la administración de la fortuna proveniente de las exportaciones gasíferas optaron por el fácil camino del despilfarro y muy poco hicieron para sentar las bases de una economía menos dependiente de la renta gasífera.
El resultado de ese desacierto debe servir como advertencia para todo el país.
Es que como consta a los tarijeños, casi tan súbitamente como se inició la época de la bonanza ha llegado la de las penurias y ahora Tarija tendrá que volver a los tiempos de la austeridad forzosa, sólo que ahora, a diferencia del pasado, con las expectativas de sus habitantes desmesuradamente multiplicadas.
Como es evidente, el caso de Tarija, tanto en lo que a la bonanza como al fin de ella se refiere, es una pequeña síntesis del mismo fenómeno, pero a escala nacional.
En esas circunstancias, resultan comprensibles los sentimientos de frustración con que conmemora su efeméride una de las regiones que con más paciencia y perseverancia ha luchado por armonizar sus propios intereses con los del país. Injusta situación que para ser rectificada requiere que sus líderes, por encima de las facciones a las que pertenezcan, sepan ponerse a la altura de su pueblo y de sus antecedentes históricos.