La coca o la vida
El golpe más certero contra el poder de Evo Morales lo quiere dar un militante del MAS, el diputado Freddy Martínez, quien propone reducir la extensión de los cocales que autorizó al Chapare la ley 906 del gobierno del cocalero.
Tenía razón el cocalero de odiar a los Yungas y a los yungueños, porque ocurre que Martínez viene de esa región y se propone no vengarse de los golpes lanzados contra Yungas por el cocalero, sino aplicar la razón.
Si toda la coca del Chapare va al narcotráfico, como lo repite el informe de las Naciones Unidas todos los años, significa que esas 7.700 hectáreas autorizadas en 2017 por una ley del cocalero son una aberración, son un pecado, un delito en sí mismas.
Parece un detalle poco importante eliminar esos cocales cuando el total de hectáreas destinadas al cultivo de la hoja suman 30.500, según las Naciones Unidas, o 36.000, según la DEA.
Pero ocurre que los cocales del Chapare son el respaldo legal que tiene esa región para haberse convertido en el mayor centro de producción de droga en Bolivia, con materia prima o semielaborada que incluso llega del Perú.
Esos cocales explican por qué están en Bolivia las más modernas fábricas de clorhidrato de cocaína de Sudamérica, casi todas ellas instaladas en el Chapare y en algunos parques nacionales invadidos por el ejército de adelantados del cocalero.
Y explican por qué el pasaporte boliviano se ha convertido en una vergüenza, en la garantía de que quienes lo porten van a ser tratados como sospechosos narcotraficantes en todo el mundo.
Las 17 toneladas enviadas en dos años a España, los envíos que van por la hidrovía Paraguay-Paraná hacia la “triple frontera” o hacia la atormentada ciudad de Rosario en Argentina, las flotillas de avionetas que parten de las 865 pistas clandestinas hacia los países vecinos, además del contrabando hormiga, han hecho de Bolivia el principal país exportador de cocaína.
Es probable que el cocalero movilice a sus seguidores para frenar la intención del diputado Martínez, o que la iniciativa termine frustrada, pero se trata de la primera idea clara dirigida a librar al país de la maldición de la “hoja sagrada”.
Cuando se derrumba el MAS, carcomido por sus propios pecados y por el desastre que ha causado a la economía nacional, se aproxima el momento en que el país puede librarse de esta pesadilla.
Los opositores, los de papel y los verdaderos, las instituciones de la patria, tienen que actuar ahora.
La coca o la vida de Bolivia.
Columnas de HUMBERTO VACAFLOR GANAM