La muerte del sistema de partidos políticos
Paz Estenssoro en 1985 dictó el conocido decreto neoliberal 21060 por el que se despidió a miles de empleados y a más de 29 mil trabajadores mineros matando físicamente al proletariado disparándose así un tiro certero para el derrumbe de los partidos.
Pasó el tiempo y los partidos políticos fueron degenerándose devorados por el irrefrenable caudillismo, el clientelismo, la corrupción, la ambición. La discusión ideológica y principista desapareció. El control del Ejecutivo sobre los otros órganos del Estado era algo natural. En el Parlamento se distinguían los abominables “cuoteos”, especialmente del Órgano Judicial.
Esta situación era insoportable y el 2003 estalló la furia del pueblo contra el sistema de partidos, oportunidad que facilitó que el poder transnacional lleve al gobierno a Evo Morales mediante procedimientos engañosos determinando la destrucción de ese sistema de partidos para sustituirlo con uno nuevo supuestamente exento de vicios: pero la medicina resultó peor que la enfermedad.
Para empezar la Corte Nacional Electoral fue cooptada por el gobierno masista ubicando en las vocalías y demás personal a militantes o afines a su partido, todo bajo el imperio de una amañada Ley de “Organizaciones Políticas”, imponiéndose la sustitución de los “partidos” por la de “organizaciones” dando la estocada final a los partidos políticos.
De esta manera el MAS quedó como único “instrumento” (partido político) con estructura y organización completa, con dominio total sobre las instituciones estatales, aferrado a un modelo neoliberal disfrazado, de donde el cuento de “socialismo” o “indianismo plurinacionalista” no es más que una patraña elaborada por exmarxistas extranjeros que vivían a la sombra del estalinismo soviético hasta su derrumbe y actualmente financiados por infernales poderes internacionales multimillonarios.
La sana esperanza de contar con un sistema de partidos políticos derivó contrariamente en resultados catastróficos. Impuesto el masismo se aceleró el desarrollo del narcotráfico provocando una metástasis en todo el cuerpo social convirtiendo a Bolivia en un narcoestado con la total destrucción de sus instituciones y valores.
La muerte del sistema de partidos políticos ha encallado en la égida del ‘partido único’. La “oposición” es simplemente la bancada de suplentes destinada a reemplazar al MAS en caso de que éste trastabille, de ahí que no cuenta con programa propio porque “su programa” es el de la continuación ‘estructural’ del masismo más allá de las indudables diferencias formales que podrán existir.
En cuanto a la “emocionante” reyerta callejera masista, ya lo dije en mi artículo “Entre bueyes no hay cornadas” del 08/05/2023: que la contradicción entre evistas y arcistas no es antagónica, es secundaria, por pegas, por el gobierno, así lo refrenda un titular del 05/10/2023 de “Los Tiempos”: “Diputados olvidan sus diferencias por una sesión y aprueban su presupuesto para la gestión 2024”, desapareció la división dentro del MAS y la “oposición” en la Cámara de Diputados para beneficiar sus bolsillos.
Pero si el masismo se debilitara, por disposición del orden mundial sería impuesto electoralmente en el gobierno cualquier miembro conocido de la oposición o cualquier fulano impensado, no interesando que sea de poncho y ojotas, de terno o corbata, de vestido o de pollera porque la esencia de la estructura socioeconómica del país se mantendría con algunos brochazos de diferencia, no en vano algún grupo de activistas llaman a conformar un “frente único” no importando -dicen- que sus componentes “sean de izquierda, de derecha, fascistas, católicos, políticos antiguos, nuevos, autonomistas, centralistas, nacionalistas, regionalistas, liberales, o lo que fuera”. De esta manera, más muerto no podía estar el sistema de los partidos políticos.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA