El vivir de apariencias
El hombre vive de muchas apariencias, sino no podría existir, este modo de vida es propio de la llamada sociedad civilizada y quien no acepte estas falsedades se encontrará en graves y complicadas situaciones.
En el campo del derecho existe una expresión que dice: “La única servidumbre que no mancha es la servidumbre a la ley”, nosotros coincidiendo con la crítica del Derecho Libre (al que varias veces nos hemos referido), señalamos que este dicho responde al “normativismo” representado por Hans Kelsen, creador de la imaginativa doctrina del Estado de derecho, de la pirámide constitucional que lleva su nombre; normativismo que concibe a la ley, tan venerada como tan violada, como cosa “sagrada”, perfecta, por lo que todos deben cumplirla necesaria y fatalmente. Pero, pocos se preguntan de dónde procede la ley, quién la crea o fabrica.
La respuesta es tan simple que nos pone los pies sobre la tierra. Recuerdan a unos individuos que dicen sandeces, que tratan los asuntos públicos a puñetes y puntapiés profiriendo adjetivos excrementarios, personajes violentos que amenazan con meter a la cárcel hasta a su abuela, damas que se jalan de los cabellos para hacerse entender y que clavan su finas uñas en el rostro de sus “colegas”, que se revuelcan en el suelo y que no trepidan en quitarle el calzón al individuo que les contradice. Estos personajes son los honorables parlamentarios, ¡ellos son los que “elaboran” las leyes!
Quien tenga un adarme de sensatez se preguntará: si esos ignaros son los creadores de la ley, ¿estoy obligado a cumplirla? La respuesta es: sí señor, usted debe cumplir esa ley, caso contrario la compulsión del Estado caerá sobre usted. No importa que sus autores sean brutos de remate o que la ley tenga contenido falso y repudiable, lo evidente es que la sociedad cree en la ficción de que la ley es perfecta, que es sagrada.
El Derecho Libre, rechaza de plano esa deificación de la ley por lo que es contrario al normativismo kelseniano y acusa a este dogma de ser “ajeno a la vida real, un culto al fetichismo legal” y en este sentido también reprochaba el perfil y accionar del juez que presumía ser capaz de resolver cualquier controversia apoyado en la simple ley considerada como infalible, deificada.
Para el Derecho Libre un auténtico derecho que sea verdaderamente libre emergería de la sociedad y no del Estado (de sus órganos) y a diferencia de Kelsen que sostenía que una cosa es el derecho y otra distinta es la moral, el derecho constituiría más bien una combinación con la moral y sus principios serían: la justicia social, la equidad, el bien común, la identidad nacional, la tradición entre otros y; la constitución, de ser aprobada solo y exclusivamente por el pueblo, recién sería ley suprema sobreponiéndose a las “leyes vulgares” nacidas simplemente en el parlamento y promulgadas por el ejecutivo conformado por empleados públicos rapaces e insaciables en el latrocinio.
Se entiende que a esta altura del tiempo ya no debería quedar duda alguna sobre el carácter gendarme y expoliador del Estado por todo cómo está mostrándose en Bolivia a través del Gobierno, con todo ese su carácter de verdugo de la sociedad, ineficiente, usurpador, ladrón y estafador.
Ojalá llegue algún día en el que se imponga un sistema que sustituya al dominado por el Estado, sea este capitalista o socialista, que signifique un verdadero orden igualitario de la sociedad regido por el autogobierno del pueblo y la cooperación mutua para dejar de vivir de apariencias y engaños desechando la falacia de la “representación” usurpadora y cleptómana.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA